Siguiendo con esta idea de poder
expresar una idea acabada de aquello que, personalmente entiendo, debe ser el
gobierno municipal en la Provincia de Buenos, y sobre la certeza de que la
libertad propia del espíritu humano, se transmite hacia arriba, como un modo
natural consecuente de la conducta gregaria del hombre, que debe ser aplicada a
la organización política de la provincia, me parece interesante poder hacer
alguna reflexiones al respecto de la organización política municipal; siempre
teniendo en claro la idea de alcanzar una autentica representatividad de los
pueblos de la provincia.-
Está claro que la democracia
directa, con excepción de aquellas cosas que pueden someterse a consultas
populares, es un quimera casi imposible, aunque si podemos asumir la idea de
que la institucionalidad política del municipio, llegue tan abajo como sea
posible, y esto es hasta el ciudadano, con la creación de institutos que
aseguren la representatividad de todos.-
Siguiendo la línea de un artículo
anterior publicado en esta página, y en coincidencia con la idea de la
profundización democrática, resulta necesario esbozar una idea que si bien no
es novedosa, en la provincia de Buenos Aires, no se ha aplicado, por razones
más político partidarias que auténticamente institucionales.
La institucionalidad de nuestros
municipios de la provincia deja, la institución de las delegaciones municipales
al arbitrio de intendente de turno, sin establecer un régimen que sea, no
uniforme, puesto que posiblemente no sea aplicable en todos los distritos de la
provincia, puesto que no es posible que todos se organicen del mismo modo, aunque
si en el mismo sentido.
Aquellos que creemos que la democracia
es un sistema que por el mismo hecho de haber surgido como una consecuencia de
la propia naturaleza humana, como el hombre, se modifica y se perfecciona,
debiendo evolucionar siguiendo el ritmo de la evolución, puesto que
necesariamente esta será convertida en un fenómeno social, puesto que toda
evolución será naturalmente compartida con otros. Esto no solo es retórico,
sino que es un fenómeno verificable, sobre todo en aquellas democracias que más
se han perfeccionado en la historia, como las escandinavas.
Siguiendo esta lógica propia de
la democracia, es claro que en los grandes distritos de la provincia, es
necesario ampliar el ámbito de participación, haciendo que el gobierno local,
sea el vehículo donde las aspiraciones son conducidas por el camino de las
realizaciones, y es claro que el actual esquema de gobierno municipal de la
provincia no ha sido lo suficientemente efectivo en cuanto a la interpretación
y representación de la voluntad, sino que ha convertido a los intendentes en
una especie de Cesares, infalibles al estilo romano, que dependiendo de sus
necesidades de conservación, cumplen o no con las necesidades de los distintos
sectores, atendiendo más al peso electoral de determinadas zonas, que a una
programación que atienda a las necesidades reales.
En este sentido, es necesario que
se creen instituciones que por un lado limiten el poder de los intendentes, y
eviten su permanencia ininterrumpida, sino que esto se haga extensible a los
concejales, obligando a renovación permanente, no en términos generacionales,
sino de las ideas que hacen a la evolución y funcionamiento de las ciudades.
Pero, si bien esto, es necesario,
no es suficiente, y en una democracia real debe hacerse lo necesario; y a eso
nos referimos cuando hablamos de crear una mayor participación.
Además de asegurar la renovación
de los mandatos, es necesario que en los distritos se creen organismos
descentralizados, que reemplacen la designación tradicional de delegados
municipales, y avancen hacia la creación de pequeñas comunas que asuman la delegación de facultades
municipales, creando en ellas concejos vecinales, que dependiendo de su ubicación
política o geográfica, reemplacen a las actuales asociaciones de fomento.
La estructura ideal de estos
concejos debe ser una reproducción de la organización comunal existente, que
permitan descentralizar las decisiones, de forma que se asegure que la
participación popular sirva para determinar cuál es el plan de gobierno que se
deba llevar a cabo.
De esta forma es posible
empoderar realmente al ciudadano convirtiéndolo en un artífice del desarrollo
de su ámbito vecinal; puesto que el empoderamiento tiene que ver con la
capacidad de decisión del ciudadano, y no con un nivel de ingreso determinado,
o con la recepción de un supuesto beneficio social.
Los delegados municipales, por
razones políticas de los intendentes, suelen ser aquellos que responden
fielmente a sus necesidades políticas y provienen generalmente de su círculo de
influencia, y en muchos casos suelen no ser de las localidades a adonde se los
destina, que naturalmente el circuito o circunscripción al que este destinado
lo rechazara como un organismo a un cuerpo extraño.
Los municipios tienen la facultad
de establecer delegaciones comunales, comisiones de fomento, y reglamentar su
organización, y elección de sus autoridades. Pero una vez creadas muchas veces
dependen de la cercanía política de sus autoridades con el intendente de turno,
para que puedan obtener algunos beneficios para su comunidad. Si en cambio la
existencia de los concejos vecinales se institucionaliza, esto obligaría a os
jefes municipales a tener puesto el oído en la comunidad y no circunscribirse a
su círculo de confianza, que demás está decir, por una cuestión de
supervivencia política no suele ser el mejor asesor de los intendentes.
Pero esto es solo una parte de la
solución pero no completa el panorama, los concejos deliberantes, también
adolecen de un problema de representatividad, puesto que generalmente solo
representan al sector geográfico más populoso de un distrito, ignorándose
muchas veces que esta representación debe estar ceñida a la pertenencia de
alguna circunscripción determinada.
De esta forma el ámbito completo
del distrito estará representado, de un modo más directo como un auténtico
representante de la voluntad popular.
Las funciones de esta
delegaciones conformadas de este modo, no necesariamente implican un
desperdicio de esfuerzos, sino que por el contrario implican un avance en el
ámbito de las realizaciones ciudadanas, que lejos de encarecer el costo de la
gestión pública permite abaratar el costo administrativo que implica la
centralización, sobre todo debido a lo pesado que resulta el movimiento del
engranaje municipal.
De esta forma el esquema de
decisiones, no solo dejaría de ser descendente, sino que se transformaría en un
tránsito de ida y vuelta, donde la decisión política es la consecuencia de un
consenso general.
Esto implica un cambio de cultura política que podría poner
al estado al servicio del ciudadano, y no someter al ciudadano al capricho del
estado.
En esta representación, la representación del concejo queda
sujeta al voto circunscripcional, y la cantidad de concejales de cada circunscripción
se definirá, en base a la cantidad de electores de la circunscripción, del
mismo modo se constituirán los concejos vecinales, de esta forma se crea una relación
de doble vía, tanto con el Depto. Ejecutivo, como con el Concejo Deliberante.
Se crea así, una relación de poder basada en la
representatividad, donde el ciudadano es el protagonista de las decisiones que
tienen que ver con su hábitat inmediato.
Esta nota pretende ser un aporte más a la discusión sobre la
ampliación de la democracia, y la forma de hacer que sus beneficios lleguen más
directamente a la población; por supuesto que cualquiera podrá cuestionar, el
impacto presupuestario, o la pérdida de poder que esto implica.
Hay algo que debe quedar claro; se trata de perder poder, y
ganar gobernabilidad; se trata de aumentar representatividad, y generar responsabilidad
ciudadana; se trata de perfeccionar la democracia, se trata de hacer que la
provincia sea un espacio para todos, sin exclusiones.
Como dijo Arturo Illia, si es necesario mejorar la democracia, y ello implica modificar la constitución, habrá que hacerlo: "Si estamos en una nueva era, tenemos que adecuar la arquitectura del Estado, la organización del gobierno, para incorporarnos a esa era. Cambiar una estructura centralizada por otra descentralizada. Cambiar una estructura piramidal por otra donde los centros de decisión sean múltiples"
Como dijo Arturo Illia, si es necesario mejorar la democracia, y ello implica modificar la constitución, habrá que hacerlo: "Si estamos en una nueva era, tenemos que adecuar la arquitectura del Estado, la organización del gobierno, para incorporarnos a esa era. Cambiar una estructura centralizada por otra descentralizada. Cambiar una estructura piramidal por otra donde los centros de decisión sean múltiples"
No hay comentarios:
Publicar un comentario