lunes, 6 de junio de 2016

Municipio y Política, Aumentar la representatividad


Siguiendo con esta idea de poder expresar una idea acabada de aquello que, personalmente entiendo, debe ser el gobierno municipal en la Provincia de Buenos, y sobre la certeza de que la libertad propia del espíritu humano, se transmite hacia arriba, como un modo natural consecuente de la conducta gregaria del hombre, que debe ser aplicada a la organización política de la provincia, me parece interesante poder hacer alguna reflexiones al respecto de la organización política municipal; siempre teniendo en claro la idea de alcanzar una autentica representatividad de los pueblos de la provincia.-
Está claro que la democracia directa, con excepción de aquellas cosas que pueden someterse a consultas populares, es un quimera casi imposible, aunque si podemos asumir la idea de que la institucionalidad política del municipio, llegue tan abajo como sea posible, y esto es hasta el ciudadano, con la creación de institutos que aseguren la representatividad de todos.-
Siguiendo la línea de un artículo anterior publicado en esta página, y en coincidencia con la idea de la profundización democrática, resulta necesario esbozar una idea que si bien no es novedosa, en la provincia de Buenos Aires, no se ha aplicado, por razones más político partidarias que auténticamente institucionales.
La institucionalidad de nuestros municipios de la provincia deja, la institución de las delegaciones municipales al arbitrio de intendente de turno, sin establecer un régimen que sea, no uniforme, puesto que posiblemente no sea aplicable en todos los distritos de la provincia, puesto que no es posible que todos se organicen del mismo modo, aunque si en el mismo sentido.
Aquellos que creemos que la democracia es un sistema que por el mismo hecho de haber surgido como una consecuencia de la propia naturaleza humana, como el hombre, se modifica y se perfecciona, debiendo evolucionar siguiendo el ritmo de la evolución, puesto que necesariamente esta será convertida en un fenómeno social, puesto que toda evolución será naturalmente compartida con otros. Esto no solo es retórico, sino que es un fenómeno verificable, sobre todo en aquellas democracias que más se han perfeccionado en la historia, como las escandinavas.
Siguiendo esta lógica propia de la democracia, es claro que en los grandes distritos de la provincia, es necesario ampliar el ámbito de participación, haciendo que el gobierno local, sea el vehículo donde las aspiraciones son conducidas por el camino de las realizaciones, y es claro que el actual esquema de gobierno municipal de la provincia no ha sido lo suficientemente efectivo en cuanto a la interpretación y representación de la voluntad, sino que ha convertido a los intendentes en una especie de Cesares, infalibles al estilo romano, que dependiendo de sus necesidades de conservación, cumplen o no con las necesidades de los distintos sectores, atendiendo más al peso electoral de determinadas zonas, que a una programación que atienda a las necesidades reales.
En este sentido, es necesario que se creen instituciones que por un lado limiten el poder de los intendentes, y eviten su permanencia ininterrumpida, sino que esto se haga extensible a los concejales, obligando a renovación permanente, no en términos generacionales, sino de las ideas que hacen a la evolución y funcionamiento de las ciudades.
Pero, si bien esto, es necesario, no es suficiente, y en una democracia real debe hacerse lo necesario; y a eso nos referimos cuando hablamos de crear una mayor participación.
Además de asegurar la renovación de los mandatos, es necesario que en los distritos se creen organismos descentralizados, que reemplacen la designación tradicional de delegados municipales, y avancen hacia la creación de pequeñas comunas  que asuman la delegación de facultades municipales, creando en ellas concejos vecinales, que dependiendo de su ubicación política o geográfica, reemplacen a las actuales asociaciones de fomento.
La estructura ideal de estos concejos debe ser una reproducción de la organización comunal existente, que permitan descentralizar las decisiones, de forma que se asegure que la participación popular sirva para determinar cuál es el plan de gobierno que se deba llevar a cabo.
De esta forma es posible empoderar realmente al ciudadano convirtiéndolo en un artífice del desarrollo de su ámbito vecinal; puesto que el empoderamiento tiene que ver con la capacidad de decisión del ciudadano, y no con un nivel de ingreso determinado, o con la recepción de un supuesto beneficio social.
Los delegados municipales, por razones políticas de los intendentes, suelen ser aquellos que responden fielmente a sus necesidades políticas y provienen generalmente de su círculo de influencia, y en muchos casos suelen no ser de las localidades a adonde se los destina, que naturalmente el circuito o circunscripción al que este destinado lo rechazara como un organismo a un cuerpo extraño.
Los municipios tienen la facultad de establecer delegaciones comunales, comisiones de fomento, y reglamentar su organización, y elección de sus autoridades. Pero una vez creadas muchas veces dependen de la cercanía política de sus autoridades con el intendente de turno, para que puedan obtener algunos beneficios para su comunidad. Si en cambio la existencia de los concejos vecinales se institucionaliza, esto obligaría a os jefes municipales a tener puesto el oído en la comunidad y no circunscribirse a su círculo de confianza, que demás está decir, por una cuestión de supervivencia política no suele ser el mejor asesor de los intendentes.
Pero esto es solo una parte de la solución pero no completa el panorama, los concejos deliberantes, también adolecen de un problema de representatividad, puesto que generalmente solo representan al sector geográfico más populoso de un distrito, ignorándose muchas veces que esta representación debe estar ceñida a la pertenencia de alguna circunscripción determinada.
De esta forma el ámbito completo del distrito estará representado, de un modo más directo como un auténtico representante de la voluntad popular.
Las funciones de esta delegaciones conformadas de este modo, no necesariamente implican un desperdicio de esfuerzos, sino que por el contrario implican un avance en el ámbito de las realizaciones ciudadanas, que lejos de encarecer el costo de la gestión pública permite abaratar el costo administrativo que implica la centralización, sobre todo debido a lo pesado que resulta el movimiento del engranaje municipal.
De esta forma el esquema de decisiones, no solo dejaría de ser descendente, sino que se transformaría en un tránsito de ida y vuelta, donde la decisión política es la consecuencia de un consenso general.
Esto implica un cambio de cultura política que podría poner al estado al servicio del ciudadano, y no someter al ciudadano al capricho del estado.
En esta representación, la representación del concejo queda sujeta al voto circunscripcional, y la cantidad de concejales de cada circunscripción se definirá, en base a la cantidad de electores de la circunscripción, del mismo modo se constituirán los concejos vecinales, de esta forma se crea una relación de doble vía, tanto con el Depto. Ejecutivo, como con el Concejo Deliberante.
Se crea así, una relación de poder basada en la representatividad, donde el ciudadano es el protagonista de las decisiones que tienen que ver con su hábitat inmediato.
Esta nota pretende ser un aporte más a la discusión sobre la ampliación de la democracia, y la forma de hacer que sus beneficios lleguen más directamente a la población; por supuesto que cualquiera podrá cuestionar, el impacto presupuestario, o la pérdida de poder que esto implica.
Hay algo que debe quedar claro; se trata de perder poder, y ganar gobernabilidad; se trata de aumentar representatividad, y generar responsabilidad ciudadana; se trata de perfeccionar la democracia, se trata de hacer que la provincia sea un espacio para todos, sin exclusiones.

Como dijo Arturo Illia, si es necesario mejorar la democracia, y ello implica modificar la constitución, habrá que hacerlo: "Si estamos en una nueva era, tenemos que adecuar la arquitectura del Estado, la organización del gobierno, para incorporarnos a esa era. Cambiar una estructura centralizada por otra descentralizada. Cambiar una estructura piramidal por otra donde los centros de decisión sean múltiples"

No hay comentarios: