HAce 50 años que se produjo una
de las infamias más tremendas de la historia Argentina, el golpe de estado
contra Arturo Umberto Illia, infame por lo injustificado, infame por las
complicidades, infame, por lo que significó para los 50 años posteriores de
nuestra historia.
INfame fue el acuerdo sindical
militar de aquel momento, como fue infame el acuerdo económico militar, y el
político, infames fueron los ideólogos que por más arrepentidos que estén,
provocaron al país un daño tan extenso como irreparable.
EL dictador del momento,
pretendía resaltar el nacionalismo de las fuerzas armadas, que otra vez caían
seducidas por los buenos modales de los traidores de siempre, y se entregaron a
la seducción del capital (siempre transnacional), y a la promesa de glorias
militares de origen panameño, las 20 manzanas, los sindicalistas que buscaban
el beneficio económico de manejar la obras sociales, la estupidez del general
que pretendía un peronismo sin Perón.
CUando fue el golpe yo contaba con
ocho años de edad, pero la impresión que me causo la situación fue tan grande,
que a lo largo de los años traté de profundizar todo lo que estuviese a mi
alcance, sobre Arturo Illia, y descubrí que seguramente pocos hombres en la
historia, habían vivido ese radicalismo casi como una religión, tomándolo como
una norma de vida.
PAra Arturo Illia, el radicalismo
era eso, una norma de vida, y debía reflejarse en todos sus actos, por eso su
estilo de vida austero, solidario, casi al borde del sacrificio, como dice el
viejo dogma, no solo debía serlo, sino también parecerlo.
PAra la ciudadanía hoy, ante el
espanto de la corrupción, de las ciudades voladas para ocultar ilícitos, de las
valijas por sobre los cercos de los conventos, del enriquecimiento ilícito, del
lavado de dinero, de los aportes de campaña con dudosos fines, aparece como el
hombre bueno, el médico de provincia desinteresado, el hombre honesto, con
valores morales.
PEro el Presidente Illia fue
mucho más que eso, fue el hombre que inicio un proceso revolucionario que
implicaba un cambio radical, en la conducta del hombre argentino, su gobierno
no solo fue el gobierno más honesto del siglo 20, su gobierno fue el más
progresista de la historia, no solo por las convicciones que encarnaba, sino
por las metas alcanzadas.
HAce unos cuantos años Osvaldo Álvarez
Guerrero profundizo en el pensamiento de Illia, y en su personalidad, y nos
dejó un trabajo muy serio sobre el pensamiento de Illia, pensamiento analizado
de sus discursos y reportajes, lamentablemente el Presidente no fue un hombre
de escribir mucho, o por lo menos de hacerlo público.-
SEgún Álvarez Guerrero, “Rechazaba
todo mesianismo, y desconfiaba de los presidencialismos caudillescos”, por eso
su apariencia apacible y austera, sin embargo se abocaba a la lucha política con
la reflexividad de los grandes, y la pasión de las convicciones.
EL presidente Illia creía que los partidos políticos estaban
para representar a la sociedad, defender sus valores, y solucionar sus
necesidades, y no para ser el exponente político de los factores de poder
económico, o de sectores de comportamiento corporativo.
POr eso Arturo Illia, entendía
que el destinatario de la acción política era el hombre, pero dentro de su contexto
social, y creía que era necesario despertar una conciencia social, donde todos
los individuos fuésemos corresponsables del avance general de la sociedad, solo
eso podía terminar con los intentos totalitarios.
"SI nos esforzamos en formar
una conciencia nacional, con justo contenido moral, no nos desesperaremos
nunca, ni nos agotará cualquier encarnizada adversidad", nos enseñaba.
SU acción de gobierno se dirigió a
despertar la conciencia de la sociedad y hacerla avanzar, toda hacia un destino
común, y a pesar de las piedras y las críticas fue, sin lugar a dudas, el gobierno
que más avances en materia económica y social, logro alcanzar en la historia de
los últimos 50 años.
LA estabilidad económica, el
pleno empleo, el salario mínimo vital y móvil, la política de salud, la ley de
medicamentos, los avances científicos, la política internacional independiente,
la eliminación de la deuda externa, la inflación que no supero nunca el 6%
anual, el desarrollo sostenido, la nacionalización del petróleo, el plan nacional
de alfabetización, fueron los hitos más destacados de ese gobierno ejemplar.
PEro no fue casual, fue el
producto de un gobernante que tenía muy claro que en el gobierno no se
improvisaba, en el gobierno se planificaba, y actuaba en función de esa planificación,
pero con el concurso de la ciudadanía, representada en poder.
“DEbemos luchar por el hombre mismo, porque es la evidencia humana la
que hace bambolear los tiranos y falsos dioses y si no sabemos con seguridad
que nuestra verdad es la verdad, sabemos bien, en cambio, dónde está la
mentira. Si nos esforzamos en formar una conciencia nacional, con justo sentido
moral, no nos desesperaremos nunca, ni nos agotará cualquier encarnizada
adversidad, porque sabemos también las razones fundamentales de por qué
luchamos, y desterraremos el temor y será superada cualquier acción psicológica
que pretenda desnaturalizar nuestras rectas intenciones. En este obstinado
combate para lograr una justa convivencia nacional, no asumimos el poder para
dominar nuestro país, sino para servir a su grandeza, no apartándonos jamás de
la Constitución y de la ley, asegurando a todos nuestros conciudadanos iguales
derechos y responsabilidades.” (Discurso inaugural, 1963)
SE cumplió, y se cumplió con
creces, en el discurso de inauguración de sesiones del Congreso de la Nación
afirmó: “Necesitamos un pueblo que sienta
que es capaz de todo esfuerzo. Con orgullo de su país. Que comprenda que este
gobierno es su representación. Que los señores diputados y senadores son sus intérpretes.
Que no hay indiferencia a una sola de sus necesidades.”
“HAy que restablecer valores permanentes que hicieron de la Argentina
la expresión armoniosa de una sociedad fecunda.”
“QUeremos -y habremos de conseguirlo- que la gran familia argentina
viva en concordia y unión. Que nadie se sienta proscrito en la República. La
Patria no tiene dueños.”
Illia era el iniciador de una auténtica
revolución, porque encarnaba la idea de la revolución en Paz, no se necesitaba
violencia de ningún tipo, solamente ser responsable y coparticipe de la
responsabilidad de gobernar, solidificando la integración de la sociedad, donde
la solidaridad social fuera la característica, y el esfuerzo colectivo el
promotor del desarrollo de la nación.-
Pero los infames nunca lo
entenderían, era preferible servir a la billetera de las 20 manzanas, y
sucumbir a las tentaciones totalitarias, y a los cantos de sirena de los
traidores, y a sus falsos nacionalismos,
asi el país terminó con el sueño republicano, para caer en la noche de la
violencia, de la que no salió hasta la llegada de Alfonsín al poder.
El Presidente Arturo Illia, es un
prócer de la Nación Argentina, injustamente denostado, y arrinconado en el
lugar de la nostalgia de los honestos, y aunque hoy la sociedad reivindique esa conducta, todavía
el país no ha dado otro dirigente de tamaña envergadura, ni hemos formado una sociedad
que esté dispuesta a tener ese “presidente para todos los días”, como lo llamo
Santiago Kovadloff.
Correligionarios, va siendo hora
de arrancar.
"Todos somos culpables, y
cuando todos son culpables, nadie lo es. Esta Argentina no es el país que queremos.
Cada uno de nosotros ha arrojado, por lo menos, una piedra para destruir, lo
que tuvimos y lo que pudimos tener. En este punto, nadie es del todo indemne.
Pero no hay que tener miedo a la ley, que es la única autoridad no autoritaria.
No nos tengamos miedo entre nosotros: luchemos -y no lo digo con soberbia
generosidad- luchemos con sentido de responsabilidad. No nos quedemos con
odios, pues no son buenos ni el odio ni el temor. Hagamos política
valientemente". Pte. Arturo Illia.
Carlos Eduardo Gowland
Carlos Eduardo Gowland