martes, 28 de junio de 2016

Arturo Illia: reflexiones a 50 años de la Infamia


HAce 50 años que se produjo una de las infamias más tremendas de la historia Argentina, el golpe de estado contra Arturo Umberto Illia, infame por lo injustificado, infame por las complicidades, infame, por lo que significó para los 50 años posteriores de nuestra historia.

INfame fue el acuerdo sindical militar de aquel momento, como fue infame el acuerdo económico militar, y el político, infames fueron los ideólogos que por más arrepentidos que estén, provocaron al país un daño tan extenso como irreparable.

EL dictador del momento, pretendía resaltar el nacionalismo de las fuerzas armadas, que otra vez caían seducidas por los buenos modales de los traidores de siempre, y se entregaron a la seducción del capital (siempre transnacional), y a la promesa de glorias militares de origen panameño, las 20 manzanas, los sindicalistas que buscaban el beneficio económico de manejar la obras sociales, la estupidez del general que pretendía un peronismo sin Perón.

CUando fue el golpe yo contaba con ocho años de edad, pero la impresión que me causo la situación fue tan grande, que a lo largo de los años traté de profundizar todo lo que estuviese a mi alcance, sobre Arturo Illia, y descubrí que seguramente pocos hombres en la historia, habían vivido ese radicalismo casi como una religión, tomándolo como una norma de vida.

PAra Arturo Illia, el radicalismo era eso, una norma de vida, y debía reflejarse en todos sus actos, por eso su estilo de vida austero, solidario, casi al borde del sacrificio, como dice el viejo dogma, no solo debía serlo, sino también parecerlo.

PAra la ciudadanía hoy, ante el espanto de la corrupción, de las ciudades voladas para ocultar ilícitos, de las valijas por sobre los cercos de los conventos, del enriquecimiento ilícito, del lavado de dinero, de los aportes de campaña con dudosos fines, aparece como el hombre bueno, el médico de provincia desinteresado, el hombre honesto, con valores morales.

PEro el Presidente Illia fue mucho más que eso, fue el hombre que inicio un proceso revolucionario que implicaba un cambio radical, en la conducta del hombre argentino, su gobierno no solo fue el gobierno más honesto del siglo 20, su gobierno fue el más progresista de la historia, no solo por las convicciones que encarnaba, sino por las metas alcanzadas.

HAce unos cuantos años Osvaldo Álvarez Guerrero profundizo en el pensamiento de Illia, y en su personalidad, y nos dejó un trabajo muy serio sobre el pensamiento de Illia, pensamiento analizado de sus discursos y reportajes, lamentablemente el Presidente no fue un hombre de escribir mucho, o por lo menos de hacerlo público.-

SEgún Álvarez Guerrero, “Rechazaba todo mesianismo, y desconfiaba de los presidencialismos caudillescos”, por eso su apariencia apacible y austera, sin embargo se abocaba a la lucha política con la reflexividad de los grandes, y la pasión de las convicciones.

EL presidente Illia creía que los partidos políticos estaban para representar a la sociedad, defender sus valores, y solucionar sus necesidades, y no para ser el exponente político de los factores de poder económico, o de sectores de comportamiento corporativo.

POr eso Arturo Illia, entendía que el destinatario de la acción política era el hombre, pero dentro de su contexto social, y creía que era necesario despertar una conciencia social, donde todos los individuos fuésemos corresponsables del avance general de la sociedad, solo eso podía terminar con los intentos totalitarios.

"SI nos esforzamos en formar una conciencia nacional, con justo contenido moral, no nos desesperaremos nunca, ni nos agotará cualquier encarnizada adversidad", nos enseñaba.

SU acción de gobierno se dirigió a despertar la conciencia de la sociedad y hacerla avanzar, toda hacia un destino común, y a pesar de las piedras y las críticas fue, sin lugar a dudas, el gobierno que más avances en materia económica y social, logro alcanzar en la historia de los últimos 50 años.

LA estabilidad económica, el pleno empleo, el salario mínimo vital y móvil, la política de salud, la ley de medicamentos, los avances científicos, la política internacional independiente, la eliminación de la deuda externa, la inflación que no supero nunca el 6% anual, el desarrollo sostenido, la nacionalización del petróleo, el plan nacional de alfabetización, fueron los hitos más destacados de ese gobierno ejemplar.

PEro no fue casual, fue el producto de un gobernante que tenía muy claro que en el gobierno no se improvisaba, en el gobierno se planificaba, y actuaba en función de esa planificación, pero con el concurso de la ciudadanía, representada en poder.

“DEbemos luchar por el hombre mismo, porque es la evidencia humana la que hace bambolear los tiranos y falsos dioses y si no sabemos con seguridad que nuestra verdad es la verdad, sabemos bien, en cambio, dónde está la mentira. Si nos esforzamos en formar una conciencia nacional, con justo sentido moral, no nos desesperaremos nunca, ni nos agotará cualquier encarnizada adversidad, porque sabemos también las razones fundamentales de por qué luchamos, y desterraremos el temor y será superada cualquier acción psicológica que pretenda desnaturalizar nuestras rectas intenciones. En este obstinado combate para lograr una justa convivencia nacional, no asumimos el poder para dominar nuestro país, sino para servir a su grandeza, no apartándonos jamás de la Constitución y de la ley, asegurando a todos nuestros conciudadanos iguales derechos y responsabilidades.” (Discurso inaugural, 1963)

SE cumplió, y se cumplió con creces, en el discurso de inauguración de sesiones del Congreso de la Nación afirmó: “Necesitamos un pueblo que sienta que es capaz de todo esfuerzo. Con orgullo de su país. Que comprenda que este gobierno es su representación. Que los señores diputados y senadores son sus intérpretes. Que no hay indiferencia a una sola de sus necesidades.”

“HAy que restablecer valores permanentes que hicieron de la Argentina la expresión armoniosa de una sociedad fecunda.”

“QUeremos -y habremos de conseguirlo- que la gran familia argentina viva en concordia y unión. Que nadie se sienta proscrito en la República. La Patria no tiene dueños.”

Illia era el iniciador de una auténtica revolución, porque encarnaba la idea de la revolución en Paz, no se necesitaba violencia de ningún tipo, solamente ser responsable y coparticipe de la responsabilidad de gobernar, solidificando la integración de la sociedad, donde la solidaridad social fuera la característica, y el esfuerzo colectivo el promotor del desarrollo de la nación.-

Pero los infames nunca lo entenderían, era preferible servir a la billetera de las 20 manzanas, y sucumbir a las tentaciones totalitarias, y a los cantos de sirena de los traidores, y  a sus falsos nacionalismos, asi el país terminó con el sueño republicano, para caer en la noche de la violencia, de la que no salió hasta la llegada de Alfonsín al poder.

El Presidente Arturo Illia, es un prócer de la Nación Argentina, injustamente denostado, y arrinconado en el lugar de la nostalgia de los honestos, y aunque hoy la sociedad reivindique esa conducta, todavía el país no ha dado otro dirigente de tamaña envergadura, ni hemos formado una sociedad que esté dispuesta a tener ese “presidente para todos los días”, como lo llamo Santiago Kovadloff.

Correligionarios, va siendo hora de arrancar.

 "Todos somos culpables, y cuando todos son culpables, nadie lo es. Esta Argentina no es el país que queremos. Cada uno de nosotros ha arrojado, por lo menos, una piedra para destruir, lo que tuvimos y lo que pudimos tener. En este punto, nadie es del todo indemne. Pero no hay que tener miedo a la ley, que es la única autoridad no autoritaria. No nos tengamos miedo entre nosotros: luchemos -y no lo digo con soberbia generosidad- luchemos con sentido de responsabilidad. No nos quedemos con odios, pues no son buenos ni el odio ni el temor. Hagamos política valientemente". Pte. Arturo Illia.

Carlos Eduardo Gowland