martes, 25 de octubre de 2016

Pequeña reflexión acerca de los índices de pobreza


Alguna vez, tratando de hacer una breve historia de la violencia en la Argentina, trate de entender que la pobreza es, posiblemente, el mayor ejemplo de violencia social que existe; y cuando se intenta ocultar detrás de una supuesta lucha por los derechos sociales, en aras de la supremacía de pobres sobre ricos, que nunca es tal, porque el triunfo nunca llega, porque ocurre en un escenario en el que los ricos son más ricos y los pobres son más pobres; Porque a partir de la inmoralidad de un poder corrupto que vende la ilusión de una inclusión inexistente, solo puede generarse un estado de violencia e intolerancia social, que necesariamente va a desembarcar en un conflicto que, lejos de provocar una revolución social que cambie todo un paradigma de poder socio económico, solo va a conseguir acentuar aún más los privilegios de unos pocos, al mismo tiempo que provoca una sumersión aun mayor de los desposeídos.

Cuando el ex ministro Kiciloff, nos dijo que la edición del índice de pobreza era un dato estigmatizante, no solo mostraba una voluntad de su gobierno de ocultar la realidad detrás de una cortina de buenas noticias (que no eran tales) , sino un profundo desprecio por la vida de aquellos que más sufren, negando la realidad, creyéndose su propia mentira, para terminar escondiendo la cabeza como el avestruz, asi lo que no se ve, no se siente, no se sabe, y lo que no se sabe y no se siente, no existe.

Pero, ¿a quién le servía ocultar el índice de pobreza?, ¿Qué nos dice ese índice?; en primer lugar ocultar el índice de pobreza sirve para que los actores sociales desconozcan cual es la verdadera situación en la que se encuentra la población en general, y también permite crear una ilusión de bienestar, porque en general se cree que en la existencia de una supuesta prosperidad, esto porque además aquellas personas en situación de pobreza, que  perciben un subsidio no se consideraron como desempleados, profundizando aún más la mentira de los índices.

En segundo lugar, esta mentira es funcional al capitalismo mas exacerbado, que asi no necesita de ninguna acción políticamente inconveniente para satisfacer su necesidad de un mercado laboral repleto de pobres, sin educación, ni capacitación; puesto que al ocultarse la verdad, no es necesario comprometer su nombre reclamando al gobierno mayores ajustes, ganándose la antipatía de la ciudadanía, sobre todo porque el gobierno (cómplice) los hace y los oculta sin mayores pudores, detrás de la no estigmatización estadística.

La segunda pregunta, tiene muchísimas derivaciones, este índice no solo es un indicador económico que nos informa que si alguien obtiene ingresos menores a una suma limite, es oficialmente pobre; y de acuerdo a la cantidad de personas que pueden encontrarse en esa situación, de acuerdo a un sector poblacional estudiado, se puede saber que el porcentaje de pobreza es tal, con relación al total de la población.

Si fuera solo esto, el índice de pobreza no es nada más que un dato económico agregado a todos los datos económicos que se elaboran desde el INDEC, y nada más.

Pero no es así, el índice de pobreza, también nos habla de nuestro funcionamiento como sociedad, nos dice que en la sociedad hay una cantidad innumerable de gente, que son nuestros conciudadanos, que no alcanzan con sus ingresos a acceder a los servicios y bienes a los cuales muchos de nosotros podemos acceder sin mayores problemas.

Nos dice que seguramente esas personas no pueden obtener una educación de calidad, o servicios de salud adecuados a sus necesidades, o deben vivir en zonas donde los riesgos sanitarios y de seguridad, serán seguramente los peores, o que tendrán los peores trabajos en las peores condiciones.

Nos habla de personas que posiblemente no tengan una vivienda digna, abrigo, viviendo muchos en condiciones de precariedad que muchos de nosotros jamás aceptaríamos como posibles.

Nos dice que su vida está condicionada a la ayuda de otros, que necesitan del concurso de todos los otros, porque su vulnerabilidad es tal que difícilmente puedan lograr mantener un nivel de vida no adecuado, sino solamente aceptable.

Determinar el índice de Pobreza puede ser estigmatizante, pero no para los pobres, debe ser estigmatizante para el resto, para aquellos que nos podemos bañar dos veces por día (como dijo Ricardo Darín), para los que podemos pagar el almuerzo sin mayor esfuerzo, para los que tenemos la posibilidad de tener mejor salud, mejor educación, mejor transporte, mejor seguridad.

Es estigmatizante para la dirigencia política, que tiene la responsabilidad de crear las condiciones económicas necesarias para que la pobreza no exista, que debe poner los límites razonables al capitalismo para que la ganancia sea normal, que debe crear a condiciones que permitan que la movilidad social ascendente sea una realidad.

Es estigmatizante para el poder político, que debe ser el motor del desarrollo y la integración social, que es el que debe administrar la redistribución de los recursos, y en cambio desarrolla sistemas políticos orientados a la creación de relaciones de dependencia, orientadas a crear una sistema clientelar, que está muy lejos de la tan pregonada movilidad social ascendente.

Independientemente de esto, no medir la pobreza nos habla de la insensibilidad de un poder político, al que nada le importó, más que su egocentrismo, que gobernó mirando su propio ombligo, que no tuvo más interés que tomar el gobierno como forma de asegurar sus negocios y los de sus amigos, donde la amoralidad fue la característica. Que ocultó la pobreza deliberadamente, no solo porque no quería ser culpado de todas aquellas cosas terribles, que se derivan de la pobreza, sino porque necesitaba ser funcionales a la forma más salvaje del capitalismo.

Esto es propio de aquellos gobiernos de tinte autoritario, que creen que la sociedad debe estar sujeta a sus caprichos y determinaciones, y que no tiene que rendir cuentas de sus actos, como los gobernantes absolutos, investidos por derecho divino.

Eso si todo detrás de un falso discurso progresista, mentiroso, en suma una versión moderna de aquel régimen Falaz y descreído, que alguna vez el radicalismo combatió, levantando la bandera de los desposeídos.

Carlos Eduardo Gowland