Existen varias posibilidades en
la vida, una es ayudar a construir, otra es colaborar con la destrucción, y la
tercera es no construir ni destruir, la de los tibios, la de aquellos que
deciden mirar sin participar especulando con el resultado que, dependiendo de
quién gane la pulseada, los posicionará más o menos bien en un sector o en el
otro.
A lo largo de mi vida, por pura
curiosidad, pude acceder al conocimiento que me permitió forjar mis
convicciones y que como valor agregado me puso en el camino que escogí seguir,
las obligaciones contraídas fueron cumplidas, porque asi aprendí que lo hacen
los hombres de bien, también aprendí que hay cosas con las que “no se Jode”,
porque tienen que ver con el desarrollo y el bienestar de las persona que nos
rodean.
De alguna forma, la enseñanza
cristiana recibida, me enseño que hacer el bien, tiene destinatario, pero no
reconocimiento, y que asi debe ser, porque la satisfacción es solo la del deber
cumplido.
Además de esto mi formación
política, que vinculada al entorno familiar, fue lo suficientemente
heterogénea, y abierta, como para permitirme elegir cual era mi destino
político desde el punto de vista ideológico, y asi decidí sostener aquellas
convicciones con las que me identificaba.
Asi fue que por formación, por
elección, por admiración hacia otros hombres, soy Radical, y comulgo
fervientemente con las ideas de mi partido, y soy radical desde que tengo uso
de razón (no es, en el fondo, tanto tiempo) y como Radical que soy, he
participado en cuanto espacio encontré en el partido cuya metodología fuera,
sobre todo, coherente con mi pensamiento, y en cuanto esa agrupación se
apartara de aquellos ideales que sustentaban la causa, también supe retirarme.
Son esas convicciones que a veces
provocan que uno se retraiga, con el objetivo de tomar un poco de distancia
respecto de los acontecimientos, y poder tener una opinión libre de pasiones
sin caer en la tentación de inclinarse hacia uno u otro lado.-
Aunque los últimos
acontecimientos del país no dejan de causar un estado de estupor permanente, y
todo termina por caer en esta desmesura propia de los argentinos, que pareciera
que impide que iniciemos un camino de construcción de la nacionalidad.-
Desde fin de año hemos caído en
la vorágine electoral, las garras afiladas de todos lo que buscan ocupar un
espacio de poder (al que la mayoría cree que debe llegar, por derecho de
militancia, derecho que, por otra parte, le niega al resto de los militantes),
por lo tanto se olvidan las causas, se olvida que la política es esencialmente
un servicio público, destinado a generar un mejoramiento permanente y continuo
de la calidad de vida de los ciudadanos, donde se respeten sus derechos y se
conviertan en realidad sus anhelos, sus proyectos de vida en prosperidad y paz,
(La felicidad de la patria).-
El derecho generado en la
militancia es pernicioso, porque tiende a generar un nepotismo dirigencial, que
mucho daño hace a la causa, y poco beneficio a la comunidad, olvidando el fin
último de la política, la militancia carece de derechos, porque su finalidad es
la de generar conciencia en la sociedad, que apunte a promover cambios en la
conducta social de los ciudadanos, y movilizar la opinión consolidando las
bases sociales sobre las que se asienta el partido político, por eso la
militancia política debe ser el ejercicio de la concientización social, y no
una simple especulación de cargos, que lejos de construir, destruye.
En ese tren del olvido la
dirigencia está enfrascada en una pelea de perros, se enrostran la corrupción
de unos frente a la de los otros, y en esa pelea la corrupción pasa a segundo
plano, y lo importante no es el delito de corrupción sino lo rimbombante de la
denuncia, y del denunciante, el tono de voz y el volumen de los gritos, y como
da en cámara.
Pero para tristeza de la
dirigencia política, el país sigue en movimiento, la sociedad avanza
constantemente y el mundo, normal se desenvuelve, y como todos los días una
multitud observa atónita como la política transita por un lugar, donde la
ciudadanía parece no estar invitada.
Sin embargo la sociedad no cesa
de reclamar un poco de normalidad, y pudor por parte de esta nueva dirigencia,
que de tan mediática parece surgida de un programa de escándalos televisivos, más
que de un partido político, la política tardo más de cien años en comenzar la práctica
del juicio por jurados, con la excepción deshonrosa de los delitos de
corrupción, que pareciera que nunca van a ser juzgados como corresponde, y que
quedaran en investigaciones inconclusas que de apelación en apelación se
perderán en una nube de tecnicismos que nunca llegaran a aun fin coherente,
mientras tanto como dijo en 1910 un Presidente de Francia (Clemenceau), algo
asi como que “el pueblo argentino es tan laborioso que recupera trabajando de
noche, lo que los políticos roban de día”, por eso el pueblo hace caso omiso,
sigue trabajando, avanzando más que las instituciones, aunque, por las dudas,
alguien sigue diciendo que el pueblo todavía no está maduro para algo, que no
se sabe bien de que se trata.
La política no ha dado respuestas
a la sociedad y sigue sin dárselas, como tampoco las da la justicia, o la
legislatura, porque solo basta que alguien llegue a ocupar un cargo, para que
olvide de a quienes, le debe su cargo, excepto aquellos que aportaron
económicamente a su campaña, para colmo de la situación el congreso decide
consagrar legislativamente el lobismo, que solamente ayuda a conseguir mayores
beneficios de campaña, a cambio de otorgar tal o cual beneficio al grupo
económico aportante, lo que definitivamente terminara por divorciar al pueblo
de quienes dicen ser sus “legítimos” dirigentes.
La política debe oír, entiéndase
Oír, como escuchar, comprender, “poner la oreja”, sin hacer oídos sordos, e
intentar dar aquellas soluciones que se deben dar (no las que se pueden, las
que se deben), y si no se pueden dar explicar las razones, o indicar los
caminos a seguir, en un mecanismo de realimentación que nos permita nutrirnos
de las necesidades populares, y a la luz de la ideología a la que suscribimos
elaborar las propuestas de solucion a los problemas que se nos plantean.
Hay en el medio de la política
una cadena que cortar, la de la intermediación, que impide que la realidad se
ponga a la vista del poder, porque como en general la política se ha convertido
en una especie de mercado de cargos donde el pueblo, la gente, se queda afuera
sin tener la más mínima idea de quienes, o qué, es lo que se va a elegir;
… total… todo se negocia desde el poder
pensando que esta nueva moda del marketing político nos va permitir poner un
nombre más o menos importante encabezando una lista, y el resto se completa con
amigos o parientes, total no es importante que representatividad tenga el
resto.
Desde el poder difícilmente puede
verse la realidad porque el dialogo popular quedo en manos de los referentes,
los referentes, aquellos hombres de … (el poderoso de turno), que siempre están
en medio de la relación entre el pueblo y el partido, que se dedican a medrar
con unos y otros, solamente llevando y trayendo equívocos mensaje, y como el clásico
puntero disfruta de los beneficios que unos y otros pueden repartir, cargos
entre la parentela, comisiones por los subsidios conseguidos, módulos de asesor,
algún que otro pasaje, teniendo en sus manos la llave de la felicidad de los de
abajo, y de la estabilidad en el cargo de los de arriba, administradores de la
mentira que disfrutan de los beneficios, siempre, porque en definitiva si el
poderoso cambia, irán con su mercadería a ofrecer sus servicios de intermediación
al que venga, total el discurso que llega la pueblo es solo su propio relato,
porque en definitiva nunca habrá nadie para discutirle.
En medio de esto los radicales
estamos en una disyuntiva, dejamos el partido en manos de estos nuevos gerentes
de la política, y descansamos, o buscamos dar nuevos aires reviviendo las
ideas, oyendo a la gente, elaborando una propuesta política sólida, que apunte
a dar respuesta, pero a la luz de nuestras convicciones.
La ilusión del partido de cuadros
a la inglesa como el Laborismo, o a la española como el PSOE, se ahogó en su
propia iniciativa, porque no tenemos el elemento nutriente de esos partidos que
son representativos de la Izquierda sindical de sus países, se mantienen y
alimentan de las clases obreras, altamente politizadas.
Nosotros somos un partido
popular, y como tales nos nutrimos del pueblo, de TODO EL PUEBLO, sin distinción
de clases, ni credos, lo que nos nutre es la opinión popular, generalizada, las
entidades intermedias, los trabajadores, los artistas, los intelectuales, que
surgen de lo más profundo del tejido social, y atendiendo a ese tejido social,
somos republicanos, y democráticos, porque no comprendemos una sociedad que
pueda vivir sin esos valores de igualdad, justicia y libertad.
Hay que construir esa
alternativa, seguramente recogiendo los pedazos que quedaron en el camino, pero
tengamos claro que debe ser creando haciendo de la sociedad un estado de
conciencia, donde se comprenda que la verdadera política surge del pueblo, y no
de las alturas, que gobernar es gobernarse, que debe recuperarse la solidaridad
social, reconstruir el tejido conectivo que nos une, que nos impulsa a avanzar,
hacia un nuevo futuro, con las convicciones de ayer pero con la vista puesta en
el mañana, somos el partido de Alem, Yrigoyen, Alvear, Pueyrredón, Sabatini, Lebhenson,
Larralde, Illia, Alfonsín, y todos nuestros próceres políticos, que aportaron
su sabiduría a nuestras convicciones, nos aportaron una historia, y en honor de
esa historia debemos elaborar un nuevo partido, más representativo, más
moderno, adaptado a los tiempos venideros que se convierta en una alternativa
de poder posible, que incluya a todos y sea auténticamente representativa de
todos los hombres y mujeres que tienen fijadas sus esperanzas en un país
mejor.-