La planificación es una forma de hacer política que parece
estar olvidada dentro de algunos partidos, pero es un ejercicio necesario y permanente,
porque de la correcta planificación se puede lograr el desarrollo de una nación.
Esto es válido para cualquier estamento de gobierno del que
se trate, puesto que la ciudadanía deposita en los hombros de sus
representantes el proceso de gobernar para lograr aquel objetivo para el que
los designó, y este es uno de los graves problemas que han tenido los partidos
de la oposición a la hora de poder “enamorar” al ciudadano alrededor de una
propuesta.
La falta de un proyecto integrador, global y planificado, es
siempre advertido por la ciudadanía que es la que determina, quién y, para qué
gobierna, así es que actualmente la oposición no ha sabido hilvanar un proyecto
que permita reemplazar al actual, puesto que muchas de las propuestas no pasan
de ser solo enunciados de buenas intenciones, o una descalificación del espacio
de otro; eso por una parte, y por la otra el intento de unir sectores políticos
de diferente origen y posición ideológica ha impedido que se pudiesen elaborar
propuestas opositoras consistentes y válidas, que se pudieran presentar como
una alternativa válida al oficialismo.
Además, de esto y vale decirlo, La UCR ha perdido el
liderazgo moral que ejercía sobre gran parte de la ciudadanía, cuando sus
dirigentes comenzaron a hacer gala de un exceso de pragmatismo, que banalizó esta
forma pura de hacer política, impidiendo que se pudiesen incorporar elementos
necesarios para revertir el proceso de desencantamiento de la sociedad para con
el radicalismo.
¿Pero que es planificar?; ¿Es solo el intento ordenado de
darle a toda la sociedad las condiciones básicas de supervivencia necesarias
para que el bienestar sea colectivo y no solo un logro individual?; ¿o se trata
de crear las condiciones de desarrollo
económico necesario para que la economía provea de esas condiciones necesarias
para la consecución del bienestar?
Planificar es hacer las dos cosas, crear las condiciones básicas
para el bienestar general, y promover el desarrollo de la economía,
incentivando la educación y la ciencia, estimulando la inversión en materia de
industria y de producción de alto valor agregado, con empresas de capital
nacional, que vuelquen sus recursos dentro de la economía local, para mejorar
las condiciones básicas de crecimiento.
Alguna vez el Che Guevara critico a los técnicos, porque
para ellos planificar era planificar la letrina, pero no planificar el
desarrollo industrial de las Naciones de América latina, porque en realidad a
las empresas cuyos intereses se defendía en la Alianza por el progreso, tenían
como premisa la transferencia de recursos desde nuestros países hacia el mundo
desarrollado, y las inversiones necesarias para el desarrollo estaban muy lejos
de ser reales avances tecnológicos industriales que pusieran a nuestros países
en un plano de competencia, embarcando a nuestros países en una aventura liberal que termino en el desastre económico de los 90.
Esa forma de liberalismo capitalista nos ha dejado una triste
enseñanza, el capitalismo necesita pobres, con bajos niveles de educación,
porque esto permite establecer un mercado de mano de obra lo suficientemente
barata para obtener altas ganancias, privilegiando el negocio financiero por
sobre el negocio industrial, restringiendo el acceso de grandes sectores de la
población al consumo, posibilitando un proceso excluyente de acumulación de
riqueza.
El resultado de la implementación de este tipo de políticas
económicas, arrojó como resultado un país con el 50% de pobreza, y una tasa de
desempleo escandalosamente alta, donde los costos, debido a los bajos niveles
de ingresos con relación a otros países, no permiten establecer márgenes de
ganancia adecuados, ni precios óptimos que se adecuen a un nivel de ingresos
adecuado a las realidades económicas mundiales, y por sobre todo a la cultura
de consumo propia de los argentinos, con productos que en otras épocas estaban
al alcance de todos, hoy solo están disponibles para sectores más pequeños de
la población.
El desempleo creciente que caracterizo la década del 90,
obligo a un estado que establecio este tipo de políticas liberales a disponer
de recursos necesarios para el desarrollo, para paliar las desigualdades sociales
crecientes que se produjeron en el país, es necesario recordar un hecho, a
principios de los 80 era más fácil tener una casa que un automóvil, los valores
de la propiedad eran accesibles para cualquiera que tuviese un trabajo estable
con un ingreso promedio, esta ecuación hoy invertida, debido a la influencia
del mercado, ha hecho casi imposible al sector popular acceder a la propiedad y
a la vivienda como bien propio (solo por dar un ejemplo).
En el actual contexto mundial, la planificación es una
herramienta esencial de la política, porque el bienestar general deberá ser la
consecuencia del desarrollo relativo que el país alcance con relación al resto
del mundo, pero este desarrollo relativo dependerá necesariamente de la
capacidad de generar valor agregado, que pueda volcarse en el seno de la
sociedad.
Este valor agregado dependerá de que el país cuente con una sociedad
que haya satisfecho sus necesidades básicas, una sociedad que alcance un grado
de capacitación y profesionalización suficiente, una plan industrial lo
suficientemente ambicioso que promueva la recreación de una industria nacional,
que invierta en el desarrollo de nuevos productos en forma tan eficiente y competitiva,
que permita insertarlos en los mercados internacionales, basando su
competitividad en la calidad.
Para atacar todos estos frentes es necesario modificar gran
parte del comportamiento social, volviendo a crear un esquema social solidario
donde, todos puedan ser incluidos e integrados, y que la ayuda estatal no se
convierta en un fin, sino en un vehículo para el crecimiento social y el puntapié
inicial de la recuperación.
La educación del pueblo es la otra herramienta necesaria
para lograr ese crecimiento social, a mayor educación mayores posibilidades de
alcanzar los beneficios de un trabajo especializado, que provea al ciudadano de
un ingreso acorde con sus necesidades y permita reducir paulatinamente los
recursos destinados a la ayuda social, para volcarlos en más y mejor educación.
Lograr el desarrollo de industrias que provean un alto valor
agregado a las materias primas, debe ser tomado como un objetivo primordial de
cualquier estado moderno, puesto que para lograr el bienestar general se
necesita de recursos que solo pueden provenir del valor agregado de la
industria, que debe ser eficientemente productiva.
Todos estos frentes deben ser atacados casi al mismo tiempo,
porque el tiempo es el factor más apremiante de la realidad política actual, el
gobierno ha dilapidado el tiempo que tenía, no solo para corregir los efectos
devastadores de la política de los 90, sino para producir un auténtico cambio
en el comportamiento de la sociedad.
Ante la opción, el gobierno peronista, eligió tapar los
problemas sociales a través del subsidio, y mantener las cosas en un estado
neutro, antes que provocar un verdadero crecimiento, y utilizar ese subsidio
como el medio para movilizar ese crecimiento socio económico, continuando además
con una política que no logra elevar la exigencia educativa, tampoco consigue
desarrollar mejores empleos, y tampoco eleva el nivel social que quien lo
recibe, promoviendo la existencia de una sociedad clientelar, donde solo se
pueda alcanzar cierta estabilidad a través del subsidio, que solo pueda
conseguirse con la continuidad del gobierno.
Este esquema de poder actual, va a llegar a su fin, tarde o
temprano, y el reemplazo lógico, va a ser el radicalismo, porque es el único partido
que tiene, la distribución territorial necesaria, la capacidad intelectual de
sus cuadros, y la aceptación social de sus dirigentes, lo suficientemente
necesaria como para hacerse cargo.
Pero el éxito de una futura gestión radical, dependerá del
planeamiento, orientado al desarrollo nacional, integralmente hablando, que
permita trabajar en todos los aspectos de la vida nacional.
Ese gobierno deberá, perfeccionar la democracia, provocar
los cambios sociales necesarios para integrar a toda la sociedad, desarrollar
la educación y la ciencia, y movilizar la fuerzas económicas orientándolas al
crecimiento del país, todo casi al mismo tiempo.
Esto solo será posible si se trabaja previamente en el
ejercicio de la planificación, que debe ser nada más ni nada menos que un
modelo integral de país para ponerlo a consideración de la sociedad, en la
forma de un programa de desarrollo que se convierta en una política de estado,
comprendida por la ciudadanía como la única forma de salir hacia adelante.
La argentina deberá convertirse en un país donde las políticas
de estado orientadas al desarrollo nacional, no sean víctimas de los vaivenes políticos,
sino el plan general de la nación, que nos convierta en líderes y ejemplo ante el
resto de las sociedades del mundo.