viernes, 6 de marzo de 2015

Una reflexión Radical frente a hechos, pasados y futuros


En la Reunión de Lobos, en la que estuve el año pasado, un joven, Emiliano Reparaz, enviado por la Agrupación de Daniel Salvador, ante mi requisitoria sobre qué clase de garantías había, con relación a las cosas que habían ocurrido en el pasado, en el partido, delante de una cantidad muy importante de correligionarios, finalizó "...por supuesto que el correligionario tiene todas la garantías de estas cosas no volverán a ocurrir".

Sé que sonará iluso de mi parte, pero tenía la necesidad de creer que era así, y hoy me encuentro con que, este joven, irrespetuosamente, se burló de hombres que tienen más de 30 años militando en este partido, y está dentro del sector que está buscando consumar la traición al radicalismo, junto con sus jefes.

Sus  jefes, Salvador, Mugnolo, Campero, hijos y familias, etc., todos, viven del estado desde hace años, y hoy apoyan este proyecto diluyente que encarna el Senador Sanz, con el solo objeto de permanecer en sus cargos, por todo el tiempo que sea posible.

Hipólito Yrigoyen despreciaba esa clase de militancia, hasta el punto de la maledicencia, porque afirmaba que desnaturalizaba el verdadero sentido de la política, lo mismo pensaba Arturo Illia, porque no podía permitir que los condicionamientos, que venían con los cargos, afectaran los principios sobre los que se basaba el radicalismo.

Así fue que perdieron fortuna y estabilidad económica personal, pero el juicio de la Historia, les reservó la Grandeza, la grandeza que estos personajes no tienen, ni tendrán, porque en definitiva solo llegaron a la política, para servirse de ella, y no para servir al pueblo, como nuestro histórico mandato nos Ordena.

De Casa al Gobierno, y del Gobierno  casa, decía Yrigoyen, y así nos acostumbró a los radicales a tener dirigentes, que sacrificaban vida y bienes, en favor de una lucha histórica que solo termina cuando los desposeídos, consigan las reparación que el país les debe.

Tuve la suerte de conocer muchos hombres con estas convicciones, de formarme políticamente con gente que pensaba y actuaba consecuentemente con estos principios, algunos empobrecidos por haberlo dado todo a la política, otros, a los que no conocí pero admiré, dieron la vida por los principios que fueron la génesis de nuestro partido.

En una convención, algún radical flojo de principios, le grito a Moisés Lebhenson, "Judío de mierda", en la puerta, a los pocos minutos sobrevino el infarto que mató a uno de los intelectuales más brillantes que tuvo el Radicalismo, cuyos postulados, como los de Larralde, se mantienen hoy vigentes e incumplidos, el motivo de la intolerancia era la firmeza de Lebhenson en sostener la intransigencia del radicalismo.

Hoy es como si un montón de radicales sin principios, nos estuviesen gritando a todos con la misma intolerancia, porque creemos que deben defenderse los principios, que rigen la vida y la moral de las personas, marcando la diferencia entre la tarea reparadora, y el éxito inmediato.

Lo necesario es afrontar la obligación que el radicalismo tiene de despertar a la sociedad, de asumir una tarea educativa, casi evangelizadora, que recupere a los desposeídos de su letargo, que tenga el valor de afrontar nuevamente la causa reparadora que el país espera que realicemos, con hombres de bien al frente, sin estos residuos parasitarios que tenemos enquistados, superando el medio ambiente en el que esta política nos ha metido.

Se y acepto que el mundo ha cambiado, que la modernidad nos pone en nuevos predicamentos hacia el futuro, pero en el fondo, las injusticias no cambian, la desnutrición, el analfabetismo, la pobreza, la desocupación, son siempre las mismas, son realidades que no cambian, y que solamente se pueden superar, desde una tarea profunda y constante, que ningún advenedizo que quiere ser presidente de la noche a la mañana va a solucionar, ni tampoco los que nos lo traen de la mano.

Nuestros viejos dirigentes lucharon años para forjar una identidad política a nuestro partido, convirtiendo al radicalismo en una Religión cívica, al servicio de la Patria, un concepto que esta dirigencia, facilista y obsecuente, parece haber cambiado por los beneficios de andar en Bicicleta que nos explica este nuevo profeta por la televisión.

No aspiro a ser un dirigente importante, ni a ocupar cargos, que ya tuve, solo quiero ver a mi país viviendo en un clima de dignidad civil, no quiero un país de ricos, quiero que no haya pobres, no quiero el país de estos exitosos, quiero un país de gente que avanza en la medida del esfuerzo, No quiero el país de la viveza, quiero el del trabajo, el de la solidaridad, el que me enseñaron alguna vez, el que podía darnos Arturo Illia, al que vi pasar alguna vez a mi lado, conversando tranquilamente con alguien, tan tranquilo como alguien que inconsciente de su grandeza, porque no se creía, ni mejor, ni más que nadie, era solo un hombre al servicio de la patria.

No quiero como Radical a toda esta dirigencia, que solamente opera para conseguir vivir de la patria.

Tengo con conciencia que el radicalismo volver a ser Gobierno, y terminara la tarea interrumpida, pero solo será cuando recupere frente a la sociedad, la dignidad que solo una militancia nueva, fresca y con la frente alta, con ideales firmes, consiente de su pasado y de su destino pueda, y decida hacerse cargo de la tarea de transformar a la sociedad desde sus bases.