lunes, 18 de mayo de 2015

Breve historia de la violencia argentina: ¿No es hora de terminarla?


La violencia política en la argentina tiene una muy larga historia, que es necesario recordar permanentemente, para poder reflexionar si no va siendo hora de no caer en las trampas que nos proponen, oficialismo y oposición y que no solo nos enfrentan permanentemente, sino que no nos permite comenzar a construir una sociedad como soñamos, una patria feliz.

Hace un tiempo que por el efecto de alguna cuestiones políticas, el asombro y la estupefacción se apoderaron de mí, y no he podido elaborar un argumento digno de ser leído, o escuchado, pero en los últimos días, se han sucedido una serie de hechos que no tienen una calificación posible, para el ciudadano común, excepto que uno esté dispuesto en caer en las peores groserías.

Desde el inicio de la América colonial, que la intolerancia y el enfrentamiento ficticio sirvieron como excusa suficiente, para que la violencia se ejerciera sin discreción alguna, justificada por la rebeldía de unos sobre el poder de otros; así que para hacerse del oro de América, Colón se ocupó de comenzar con el exterminio de los aborígenes del Caribe, por no cumplir con sus exigencias auríferas, entonces se utilizó el recurso de la religión para esclavizarlas, hasta que la sumisión fue tan pesada que la rebelión necesaria, justificó la represión  más brutal.

De los más de 300000 aborígenes del caribe en pocos años solo quedaban unos escasos 12000, los habitantes del continente luego de la invasión de las hordas supuestamente civilizadoras, habían sido reducidos en 24.000.000, según el número de Fray Bartolomé de las Casas, número que  hacia 1890 sería escalofriantemente mayor.

La Iglesia apartada de su función evangelizadora sirvió, en muchas ocasiones, la excusa servida en bandeja, para iniciar la matanza era necesario la negación a convertirse, y así provocar el exterminio y la esclavitud.

Esa fue quizá la primer forma de violencia social que vivió la América hispano portuguesa, pueblos exterminados por la ambición y la voracidad de los poderosos, con la complicidad y la omisión de quienes debían por su juramento defender a los débiles.

A esto siguió la brutal esclavitud de las minas, bajo la terrible forma de la encomienda, los “civilizadores” Siguieron hasta el sur, y el continente se volvió en un sitio de caza de hombres, hasta que las rebeliones estallaron nuevamente, y como siempre finalizaron aplastadas por la espada del conquistador, Túpac Amaru muerto y diseminado por todos los extremos del Imperio Inca, Túpac Catari mas tarde, todos muertos y exterminados para justificar la dominación por el acero.

Más tarde la violencia tomo otras formas y otros destinatarios, la necesidad de sostener el sistema colonial, cambio el objetivo; los nuevos enemigos del poder serían los extranjeros cuyas ideas contaminaban de libertad a los criollos, que terminaron siendo el objeto de la violencia colonial, la necesidad de sostener el poder justificaba la crueldad del castigo, y la guerra, por el otro lado la libertad y la independencia justificaban más o menos lo mismo.

La independencia finalmente sucedió, y el odio criollo contra la madre hispana, volvió a mudar hacia otras regiones,  fue entonces que los intereses del puerto, primaron por sobre los intereses del interior, y de nuevo la violencia brotó de entre la tierra, los intereses económicos de la capital, el centralismo porteño, alentado por quienes creían que el interior estaba poblado por una clase imposible de ser gobernada, genero la rebelión; y nuevamente la sociedad se vio enfrentada en una espiral de violencia que parecía no tener fin, Orientales contra Directoriales, provincianos contra porteños, moría Belgrano en medio del caos y la indiferencia, y un nuevo fenómeno violento aprecia en el horizonte nacional.

Unitarios Y Federales, fue la consumación de la violencia política de nuestro país en el siglo 19, la intolerancia total, el fanatismo, el culto a la personalidad, la religión contra el sacrilegio, el centralismo contra el federalismo, todos exacerbaron las pasiones al punto de lo irracional.

De nuevo la Guerra…, de nuevo la muerte…, pero esta vez la rebelión de los débiles contra los poderosos, fue excusa para defender privilegios de clase de ambos bandos, y el pueblo, como siempre fue utilizado como un vehículo ejecutor, y receptor, de los males de la violencia, pero para nada destinatario de los beneficios de los triunfadores.

La lucha entre Unitarios y Federales finalizo y nos dio la constitución…, de nuevo la intolerancia política, se enseñoreo, Buenos Aires se separa, el sostenimiento de los privilegios, justificaba la disolución de una Nación que, después de cuarenta años, no comenzaba a ser.

Entonces el enfrentamiento entre Buenos Aires y el Interior, reinició la violencia, Buenos Aires derrotada se integra, luego…, Buenos Aires, triunfante, toma el poder, y se abalanza sobre el interior, las campañas de Mitre silenciaron las voces de los pueblos, utilizando los mismos métodos condenados por Sarmiento…, también son ejecutados por Sarmiento; el asesinato, el destierro, el degüello, el fusilamiento a mansalva, los métodos de la barbarie…, condenados por la civilización, se volvían instrumentos “legítimos” en manos de los civilizadores.

La integración del País se hacía bajo el filo de las bayonetas, mientras que en la civilizada Buenos Aires Crudos y Cocidos se enfrentaban a tiros de Remington, y cuchillo sobaquero.

Terminada la supuesta pacificación la intolerancia fijo un nuevo objetivo, el Paraguay se hacia esta vez, con la culpa de todos los males…, destruirlo se convirtió en un objetivo, que no solo no sirvió para nada, sino que además acentuó la dominación del Brasil sobre el territorio sudamericano. Y resultamos Triunfantes de una guerra, no solo injusta, sino insensata, que nos avergonzara por el resto de la historia, y sin tener a quien culpar de nuestros fracasos…, por el momento.

Cuando el país podía volver a la normalidad era necesario culpar de nuestros desatinos a alguien más; entonces la venganza del interior sobre Buenos Aires proponía quitarle a la Provincia su joya más preciada, la reina del plata seria la capital de la Nación, la revolución no se hizo esperar, 1880 traía de nuevo la intolerancia y la violencia, y los derrotados entregaron Buenos Aires al resto del país, quizá creyendo que Buenos Aires sin Buenos Aires, ya no podría ser un Estorbo, pero crearon un Monstruo que en su grandeza fagocitó los recursos del interior, esquilmando a los pueblos para aumentar el brillo de su esplendor.

En 1880, la violencia cambia de rumbo nuevamente, había que agrandar el país, entonces los culpables de todos los males fueron…, nuevamente…, los pueblos aborígenes; el plan del liberalismo de la época exigía conquistar el territorio, poblarlo y producir, entonces fue que para terminar con todos los males, la falta de progreso…, de desarrollo económico…, de la tan ansiada prosperidad, se inició a campaña del desierto, miles de aborígenes asesinados, sometidos, trasladados de sus asentamientos a otros centros, sus familias repartidas…, como esclavos entre los nuevos conquistadores (para ser educados cristianamente), fueron el efecto inmediato. Así Inacayal,  exhibido con su familia como una curiosidad de museo, y puso término a sus días arrojándose desde el techo del museo de Ciencias Naturales de La Plata.

Los años pasaron, ya no había indios a quienes culpar, y la violencia se transitó nuevamente el camino de la política, el fraude sistemático, y la violencia contra los opositores (se fusilaba a los ciudadanos en los atrios de las parroquias para posibilitar el fraude, y el triunfo oficialista), detrás de eso la sombra de Roca aparecía… siempre; la rebelión surgió nuevamente, el levantamiento del 90 fue la respuesta a la violencia, y la corrupción ejercida desde el poder.

Dese allí hasta 1912 se repitieron los levantamientos de ciudadanos  hartos de la prepotencia…, 1910 llego en un clima de violencia contenida, los sindicatos anarquistas no perdonaban la intolerancia para con los obreros, y los atentados se hacían sentir, así muere Falcón, pero también muere su asesino torturado bárbaramente…, 1916, y llegará la afirmación democrática de la mano de Yrigoyen pero la violencia entre Radicales y el Régimen, trasmuta hacia otro camino; internacionalistas y nacionalistas se enfrentan,  el ambiente se tiñe de sangre otra vez, la liga patriótica contra los sindicatos, en el sur la matanza de obreros alentada por la sospecha de una posible complicidad chilena, justifica los asesinatos de Varela, y cesa cuando los patrones temían quedarse sin obreros que hicieran el trabajo.

La guerra iniciada en 1914 enfrenta a Germanófilos y los Aliadófilos, todos, defensores de intereses tan ajenos… como lejana estaba Europa, la resistencia a entrar en la guerra, no sirvió para calmar los ánimos, al contrario los caldeó aún más sumando a la oposición a los nacionalistas partidarios del régimen conservador caído en desgracia.

Aparece el fascismo en el horizonte, Lugones proclama la Hora de la Espada, los viejos partidarios del régimen abogan por la solución patriótica, ¡hay que terminar con los comunistas!..., ¡hay que terminar con la democracia!.., ¡hay que instaurar un régimen como el de Mussolini!.., y el enfrenamiento encuentra en su camino a un decrépito Uriburu…, necesitado de clarines de gloria…, y se convierte en el instrumento del régimen, cae Yrigoyen, y otra etapa en la historia de la violencia se inicia, la ruptura de la constitución, y su justificación jurídica.

La tortura, introducida por el tristemente célebre comisario Lugones (que terminara sus días años más tarde, del mismo modo que su padre, el juglar del fascismo vernáculo), busca sujetos culpables, hay que terminar con la subversión anarquista, y con cualquier vestigio de radicalismo, es necesario, establecer un régimen Nazi, aparece la Legión Cívica, brazo civil armado del régimen, la primer triple A, de la historia argentina, o la segunda si consideramos a la mazorca, o la tercera si ponemos primero a Estomba, Rauch y los matones de Lavalle.

Así, sin solución de continuidad, la violencia política se expande, y recrudece cíclicamente, cada vez más rápido; llegará el golpe del 43, Perón, la persecución política y la prisión de los opositores, la Alianza Libertadora Nacionalista con Queraltó…, la revolución Libertadora, y los fusilamientos de José León Suarez…, la vuelta a la democracia, Frondizi,  el Plan Conintes, Azules y Colorados, La caída de Frondizi.., El régimen de nuevo, y de nuevo la Democracia…, Illia al Gobierno (hace el intento pero no es posible)…, Ongania y sus azules, los nuevos árbitros del Poder, empiezan los levantamientos guerrilleros, inspirados en la revolución cubana (El che morirá en Bolivia)…, aparece Tacuara (los nacionalistas armados), algunos jóvenes de la Acción Católica formarán la agrupación Montoneros (al principio protegidos por Perón y luego Traicionados por este), el ERP, las FAR, las FAP, las Brigadas peronistas, la triple AAA, La tendencia, la Izquierda y la Derecha…, el clima de violencia política parece tornarse insostenible…, entonces se apela de nuevo a la vieja solución, el nuevo golpe, la dictadura, y la violencia más terrible que es la del estado, la desaparición forzada de personas, la tortura, el asesinato, la corrupción del poder, terminan en la peor de las salidas…; la guerra de Malvinas, arruinando la vida de toda una generación, quizás el poder ejercido por los vahos de mala bebida, girando en la cabeza de los mandos militares.

Forzadamente vuelve la democracia como sistema, la violencia quedara silenciada, pero no quieta, los juicios a los genocidas desnudan la verdad, los altos mandos militares son responsables, pero también lo es la dirigencia guerrillera, la CONADEP y el juicio destapan la verdad, los argentinos que fuimos espectadores de ese proceso, nos sentimos, en ese momento, cómplices de todo ese tiempo histórico…, por participación, por ignorancia, por omisión, por cobardía…, caímos en la cuenta que habíamos sido cómplices de un proceso que había diezmado, casi, a una generación de jóvenes.

La violencia reaparece siempre pero esta vez, como si algo hubiésemos aprendido toma la forma de la intolerancia, de la corrupción y de la traición, Los años noventa generaron un nuevo régimen, como aquel de los 30, pero más corrupto y desenfadado…; el poder viola todas las leyes provocando adrede el peor de los actos violentos que se pueden ejercer contra la sociedad: la exclusión, sometiendo a la pobreza a más de la mitad de la población, detrás de una supuesta prosperidad que solo llenaba la copa insaciable de los más ricos.

Esa violencia sorda, ejercida implacablemente se contiene, a base de polenta y arroz, justificándola con la promesa de un bienestar futuro que nunca llegaría, la violencia muda, cierra escuelas, expulsa científicos, hace desaparecer el trabajo, los lazos solidarios se cortan, si un compañero se queda sin trabajo el sindicato enmudece, el individualismo la gana la pulseada a la sociedad.

¡Sálvese quien pueda!, ¡Solo!, ¡No importa!..., y nadie se salva solo…; pero el poder económico enriquecido durante el proceso le rinde honores al poder político, la estabilidad basada en la miseria de muchos y la riqueza de pocos, ha conseguido la reafirmación del mismo régimen de hace 100 años…, otra generación con los mismos nombres.

¡No importan los pobres!, ¡no importan los marginados!, ¡no importa que los desposeídos de la patria sean mayoría!..., lo único que importa es alguien que, Darwinianamente visto, es más fuerte que otro y por esa fuerza hace prevalecer su poder, violentamente, aunque no  se vea sangre.

Finaliza el milenio, y finaliza la paciencia; un nuevo gobierno cae por la intolerancia, alentada desde una oposición que necesita hacerse nuevamente del poder…, se corrigen algunas cosas, otras seguirán igual, nuevamente la violencia ejercida desde el poder ocasiona nuevos muertos…, la necesidad de ser incluidos levanta la protesta, porque todavía queda tiempo (pero no mucho), para que la generación desplazada en los noventa vuelva a ocupar un lugar.

Esto no ocurre, no se incluye a quienes quedaron fuera, serán clientes del subsidio y la limosna del estado, que se dice benefactor, pero que en realidad decide sostener a dos generaciones porque así consigue clientes, fieles a la hora de votar, la inclusión no será ni tanta ni tan buena, el desastre provocado en la educación no se soluciona, la igualdad republicana no se consigue, y tampoco se soluciona la situación de conflicto social latente.

Desde el poder se actúa con lógica de amigo o enemigo, se está con el proyecto, o  se está en contra…, los que están a favor Patriotas…, los que están en contra Traidores…; un nuevo culto a la personalidad surge en la política local, necesario para  lograr el poder hegemónico…; la corrupción salpica de nuevo la política y manchando la democracia popular, deviniéndola en…, otra cosa..; y no hace más que regar el pasto de los “Republicanos”, que no son…, otra cosa que los viejos cómplices del régimen, mas aggiornados, algunos más jóvenes, pero con los mismos nombres, que engalanaron el latrocinio de los 90.

La bonanza económica de los comodities trajo una supuesta estabilidad; la voracidad capitalista acentuó un proceso que nunca se terminó en la Argentina; con medios más sofisticados, recomienza la persecución al aborigen, desplazándolo de sus tierras, quitándole su forma de vida, arrojándolos a la miseria y a la muerte, un nuevo genocidio comienza: ¡Cultivar Mas y mejor! aunque implique arrojar al aborigen de su tierra, la única que queda sin utilizar por la nueva opulencia agropecuaria.

Pero lo peor es que la insensibilidad contagió a todos los estratos sociales, la violencia contra la se ejerce desde todos los ámbitos, el político, el económico, el empresarial; desde la justicia corrompida, desde los legisladores comprometidos en una suerte de oligarquía que deja surgir nada nuevo, desde el poder ejecutivo…; todos contribuyen a provocar la violencia y la intolerancia que vivimos, nos enfrentamos dentro de las familias, con los vecinos, entre los barrios, entre los pueblos; pero somos incapaces de identificar de donde nos viene todo eso…, que nos duele tanto; así no podemos dejar de ser clientes y esclavos del poder, no podemos decir basta, …Y la violencia continuara…, recrudecerá por momentos…, será reprimida en alguna ocasiones…, pero lo que sí es seguro, es que no habremos logrado consolidarnos como una nación digna de nuestros hijos.

Posiblemente sea la hora de reaccionar, romper con estas cadenas de esclavitud, como nos enseñó Illia, como nos enseñó Ghandi, como nos enseñó Luther King…, Juntos, como hermanos, con firmeza…, y en Paz.