La violencia política en la argentina tiene una muy larga
historia, que es necesario recordar permanentemente, para poder reflexionar si
no va siendo hora de no caer en las trampas que nos proponen, oficialismo y
oposición y que no solo nos enfrentan permanentemente, sino que no nos permite
comenzar a construir una sociedad como soñamos, una patria feliz.
Hace un tiempo que por el efecto de alguna cuestiones
políticas, el asombro y la estupefacción se apoderaron de mí, y no he podido
elaborar un argumento digno de ser leído, o escuchado, pero en los últimos
días, se han sucedido una serie de hechos que no tienen una calificación
posible, para el ciudadano común, excepto que uno esté dispuesto en caer en las
peores groserías.
Desde el inicio de la América colonial, que la intolerancia
y el enfrentamiento ficticio sirvieron como excusa suficiente, para que la
violencia se ejerciera sin discreción alguna, justificada por la rebeldía de
unos sobre el poder de otros; así que para hacerse del oro de América, Colón se
ocupó de comenzar con el exterminio de los aborígenes del Caribe, por no
cumplir con sus exigencias auríferas, entonces se utilizó el recurso de la
religión para esclavizarlas, hasta que la sumisión fue tan pesada que la
rebelión necesaria, justificó la represión
más brutal.
De los más de 300000 aborígenes del caribe en pocos años
solo quedaban unos escasos 12000, los habitantes del continente luego de la invasión
de las hordas supuestamente civilizadoras, habían sido reducidos en 24.000.000,
según el número de Fray Bartolomé de las Casas, número que hacia 1890 sería escalofriantemente mayor.
La Iglesia apartada de su función evangelizadora sirvió, en
muchas ocasiones, la excusa servida en bandeja, para iniciar la matanza era
necesario la negación a convertirse, y así provocar el exterminio y la
esclavitud.
Esa fue quizá la primer forma de violencia social que vivió
la América hispano portuguesa, pueblos exterminados por la ambición y la
voracidad de los poderosos, con la complicidad y la omisión de quienes debían
por su juramento defender a los débiles.
A esto siguió la brutal esclavitud de las minas, bajo la
terrible forma de la encomienda, los “civilizadores” Siguieron hasta el sur, y
el continente se volvió en un sitio de caza de hombres, hasta que las
rebeliones estallaron nuevamente, y como siempre finalizaron aplastadas por la
espada del conquistador, Túpac Amaru muerto y diseminado por todos los extremos
del Imperio Inca, Túpac Catari mas tarde, todos muertos y exterminados para
justificar la dominación por el acero.
Más tarde la violencia tomo otras formas y otros
destinatarios, la necesidad de sostener el sistema colonial, cambio el objetivo;
los nuevos enemigos del poder serían los extranjeros cuyas ideas contaminaban
de libertad a los criollos, que terminaron siendo el objeto de la violencia
colonial, la necesidad de sostener el poder justificaba la crueldad del
castigo, y la guerra, por el otro lado la libertad y la independencia
justificaban más o menos lo mismo.
La independencia finalmente sucedió, y el odio criollo contra
la madre hispana, volvió a mudar hacia otras regiones, fue entonces que los intereses del puerto,
primaron por sobre los intereses del interior, y de nuevo la violencia brotó de
entre la tierra, los intereses económicos de la capital, el centralismo
porteño, alentado por quienes creían que el interior estaba poblado por una
clase imposible de ser gobernada, genero la rebelión; y nuevamente la sociedad
se vio enfrentada en una espiral de violencia que parecía no tener fin,
Orientales contra Directoriales, provincianos contra porteños, moría Belgrano
en medio del caos y la indiferencia, y un nuevo fenómeno violento aprecia en el
horizonte nacional.
Unitarios Y Federales, fue la consumación de la violencia
política de nuestro país en el siglo 19, la intolerancia total, el fanatismo,
el culto a la personalidad, la religión contra el sacrilegio, el centralismo
contra el federalismo, todos exacerbaron las pasiones al punto de lo
irracional.
De nuevo la Guerra…, de nuevo la muerte…, pero esta vez la
rebelión de los débiles contra los poderosos, fue excusa para defender
privilegios de clase de ambos bandos, y el pueblo, como siempre fue utilizado
como un vehículo ejecutor, y receptor, de los males de la violencia, pero para
nada destinatario de los beneficios de los triunfadores.
La lucha entre Unitarios y Federales finalizo y nos dio la
constitución…, de nuevo la intolerancia política, se enseñoreo, Buenos Aires se
separa, el sostenimiento de los privilegios, justificaba la disolución de una
Nación que, después de cuarenta años, no comenzaba a ser.
Entonces el enfrentamiento entre Buenos Aires y el Interior,
reinició la violencia, Buenos Aires derrotada se integra, luego…, Buenos Aires,
triunfante, toma el poder, y se abalanza sobre el interior, las campañas de Mitre
silenciaron las voces de los pueblos, utilizando los mismos métodos condenados
por Sarmiento…, también son ejecutados por Sarmiento; el asesinato, el
destierro, el degüello, el fusilamiento a mansalva, los métodos de la
barbarie…, condenados por la civilización, se volvían instrumentos “legítimos”
en manos de los civilizadores.
La integración del País se hacía bajo el filo de las
bayonetas, mientras que en la civilizada Buenos Aires Crudos y Cocidos se
enfrentaban a tiros de Remington, y cuchillo sobaquero.
Terminada la supuesta pacificación la intolerancia fijo un
nuevo objetivo, el Paraguay se hacia esta vez, con la culpa de todos los males…,
destruirlo se convirtió en un objetivo, que no solo no sirvió para nada, sino
que además acentuó la dominación del Brasil sobre el territorio sudamericano. Y
resultamos Triunfantes de una guerra, no solo injusta, sino insensata, que nos
avergonzara por el resto de la historia, y sin tener a quien culpar de nuestros
fracasos…, por el momento.
Cuando el país podía volver a la normalidad era necesario
culpar de nuestros desatinos a alguien más; entonces la venganza del interior
sobre Buenos Aires proponía quitarle a la Provincia su joya más preciada, la
reina del plata seria la capital de la Nación, la revolución no se hizo esperar,
1880 traía de nuevo la intolerancia y la violencia, y los derrotados entregaron
Buenos Aires al resto del país, quizá creyendo que Buenos Aires sin Buenos
Aires, ya no podría ser un Estorbo, pero crearon un Monstruo que en su grandeza
fagocitó los recursos del interior, esquilmando a los pueblos para aumentar el
brillo de su esplendor.
En 1880, la violencia cambia de rumbo nuevamente, había que
agrandar el país, entonces los culpables de todos los males fueron…, nuevamente…,
los pueblos aborígenes; el plan del liberalismo de la época exigía conquistar
el territorio, poblarlo y producir, entonces fue que para terminar con todos
los males, la falta de progreso…, de desarrollo económico…, de la tan ansiada
prosperidad, se inició a campaña del desierto, miles de aborígenes asesinados,
sometidos, trasladados de sus asentamientos a otros centros, sus familias
repartidas…, como esclavos entre los nuevos conquistadores (para ser educados
cristianamente), fueron el efecto inmediato. Así Inacayal, exhibido con su familia como una curiosidad de
museo, y puso término a sus días arrojándose desde el techo del museo de Ciencias
Naturales de La Plata.
Los años pasaron, ya no había indios a quienes culpar, y la
violencia se transitó nuevamente el camino de la política, el fraude sistemático,
y la violencia contra los opositores (se fusilaba a los ciudadanos en los
atrios de las parroquias para posibilitar el fraude, y el triunfo oficialista),
detrás de eso la sombra de Roca aparecía… siempre; la rebelión surgió
nuevamente, el levantamiento del 90 fue la respuesta a la violencia, y la
corrupción ejercida desde el poder.
Dese allí hasta 1912 se repitieron los levantamientos de ciudadanos hartos de la prepotencia…, 1910 llego en un
clima de violencia contenida, los sindicatos anarquistas no perdonaban la
intolerancia para con los obreros, y los atentados se hacían sentir, así muere
Falcón, pero también muere su asesino torturado bárbaramente…, 1916, y llegará
la afirmación democrática de la mano de Yrigoyen pero la violencia entre
Radicales y el Régimen, trasmuta hacia otro camino; internacionalistas y
nacionalistas se enfrentan, el ambiente
se tiñe de sangre otra vez, la liga patriótica contra los sindicatos, en el sur
la matanza de obreros alentada por la sospecha de una posible complicidad
chilena, justifica los asesinatos de Varela, y cesa cuando los patrones temían
quedarse sin obreros que hicieran el trabajo.
La guerra iniciada en 1914 enfrenta a Germanófilos y los Aliadófilos,
todos, defensores de intereses tan ajenos… como lejana estaba Europa, la
resistencia a entrar en la guerra, no sirvió para calmar los ánimos, al
contrario los caldeó aún más sumando a la oposición a los nacionalistas
partidarios del régimen conservador caído en desgracia.
Aparece el fascismo en el horizonte, Lugones proclama la
Hora de la Espada, los viejos partidarios del régimen abogan por la solución patriótica,
¡hay que terminar con los comunistas!..., ¡hay que terminar con la democracia!..,
¡hay que instaurar un régimen como el de Mussolini!.., y el enfrenamiento encuentra
en su camino a un decrépito Uriburu…, necesitado de clarines de gloria…, y se
convierte en el instrumento del régimen, cae Yrigoyen, y otra etapa en la
historia de la violencia se inicia, la ruptura de la constitución, y su justificación
jurídica.
La tortura, introducida por el tristemente célebre comisario
Lugones (que terminara sus días años más tarde, del mismo modo que su padre, el
juglar del fascismo vernáculo), busca sujetos culpables, hay que terminar con
la subversión anarquista, y con cualquier vestigio de radicalismo, es
necesario, establecer un régimen Nazi, aparece la Legión Cívica, brazo civil
armado del régimen, la primer triple A, de la historia argentina, o la segunda
si consideramos a la mazorca, o la tercera si ponemos primero a Estomba, Rauch
y los matones de Lavalle.
Así, sin solución de continuidad, la violencia política se
expande, y recrudece cíclicamente, cada vez más rápido; llegará el golpe del
43, Perón, la persecución política y la prisión de los opositores, la Alianza
Libertadora Nacionalista con Queraltó…, la revolución Libertadora, y los
fusilamientos de José León Suarez…, la vuelta a la democracia, Frondizi, el Plan Conintes, Azules y Colorados, La caída
de Frondizi.., El régimen de nuevo, y de nuevo la Democracia…, Illia al
Gobierno (hace el intento pero no es posible)…, Ongania y sus azules, los
nuevos árbitros del Poder, empiezan los levantamientos guerrilleros, inspirados
en la revolución cubana (El che morirá en Bolivia)…, aparece Tacuara (los
nacionalistas armados), algunos jóvenes de la Acción Católica formarán la
agrupación Montoneros (al principio protegidos por Perón y luego Traicionados
por este), el ERP, las FAR, las FAP, las Brigadas peronistas, la triple AAA, La
tendencia, la Izquierda y la Derecha…, el clima de violencia política parece
tornarse insostenible…, entonces se apela de nuevo a la vieja solución, el
nuevo golpe, la dictadura, y la violencia más terrible que es la del estado, la
desaparición forzada de personas, la tortura, el asesinato, la corrupción del
poder, terminan en la peor de las salidas…; la guerra de Malvinas, arruinando
la vida de toda una generación, quizás el poder ejercido por los vahos de mala
bebida, girando en la cabeza de los mandos militares.
Forzadamente vuelve la democracia como sistema, la violencia
quedara silenciada, pero no quieta, los juicios a los genocidas desnudan la
verdad, los altos mandos militares son responsables, pero también lo es la
dirigencia guerrillera, la CONADEP y el juicio destapan la verdad, los
argentinos que fuimos espectadores de ese proceso, nos sentimos, en ese
momento, cómplices de todo ese tiempo histórico…, por participación, por
ignorancia, por omisión, por cobardía…, caímos en la cuenta que habíamos sido cómplices
de un proceso que había diezmado, casi, a una generación de jóvenes.
La violencia reaparece siempre pero esta vez, como si algo
hubiésemos aprendido toma la forma de la intolerancia, de la corrupción y de la
traición, Los años noventa generaron un nuevo régimen, como aquel de los 30,
pero más corrupto y desenfadado…; el poder viola todas las leyes provocando
adrede el peor de los actos violentos que se pueden ejercer contra la sociedad:
la exclusión, sometiendo a la pobreza a más de la mitad de la población, detrás
de una supuesta prosperidad que solo llenaba la copa insaciable de los más
ricos.
Esa violencia sorda, ejercida implacablemente se contiene, a
base de polenta y arroz, justificándola con la promesa de un bienestar futuro
que nunca llegaría, la violencia muda, cierra escuelas, expulsa científicos,
hace desaparecer el trabajo, los lazos solidarios se cortan, si un compañero se
queda sin trabajo el sindicato enmudece, el individualismo la gana la pulseada
a la sociedad.
¡Sálvese quien pueda!, ¡Solo!, ¡No importa!..., y nadie se
salva solo…; pero el poder económico enriquecido durante el proceso le rinde
honores al poder político, la estabilidad basada en la miseria de muchos y la
riqueza de pocos, ha conseguido la reafirmación del mismo régimen de hace 100
años…, otra generación con los mismos nombres.
¡No importan los pobres!, ¡no importan los marginados!, ¡no
importa que los desposeídos de la patria sean mayoría!..., lo único que importa
es alguien que, Darwinianamente visto, es más fuerte que otro y por esa fuerza
hace prevalecer su poder, violentamente, aunque no se vea sangre.
Finaliza el milenio, y finaliza la paciencia; un nuevo
gobierno cae por la intolerancia, alentada desde una oposición que necesita
hacerse nuevamente del poder…, se corrigen algunas cosas, otras seguirán igual,
nuevamente la violencia ejercida desde el poder ocasiona nuevos muertos…, la
necesidad de ser incluidos levanta la protesta, porque todavía queda tiempo (pero
no mucho), para que la generación desplazada en los noventa vuelva a ocupar un
lugar.
Esto no ocurre, no se incluye a quienes quedaron fuera,
serán clientes del subsidio y la limosna del estado, que se dice benefactor, pero
que en realidad decide sostener a dos generaciones porque así consigue clientes,
fieles a la hora de votar, la inclusión no será ni tanta ni tan buena, el
desastre provocado en la educación no se soluciona, la igualdad republicana no
se consigue, y tampoco se soluciona la situación de conflicto social latente.
Desde el poder se actúa con lógica de amigo o enemigo, se está
con el proyecto, o se está en contra…,
los que están a favor Patriotas…, los que están en contra Traidores…; un nuevo
culto a la personalidad surge en la política local, necesario para lograr el poder hegemónico…; la corrupción
salpica de nuevo la política y manchando la democracia popular, deviniéndola en…,
otra cosa..; y no hace más que regar el pasto de los “Republicanos”, que no son…,
otra cosa que los viejos cómplices del régimen, mas aggiornados, algunos más
jóvenes, pero con los mismos nombres, que engalanaron el latrocinio de los 90.
La bonanza económica de los comodities trajo una supuesta
estabilidad; la voracidad capitalista acentuó un proceso que nunca se terminó
en la Argentina; con medios más sofisticados, recomienza la persecución al
aborigen, desplazándolo de sus tierras, quitándole su forma de vida,
arrojándolos a la miseria y a la muerte, un nuevo genocidio comienza: ¡Cultivar
Mas y mejor! aunque implique arrojar al aborigen de su tierra, la única que
queda sin utilizar por la nueva opulencia agropecuaria.
Pero lo peor es que la insensibilidad contagió a todos los
estratos sociales, la violencia contra la se ejerce desde todos los ámbitos, el
político, el económico, el empresarial; desde la justicia corrompida, desde los
legisladores comprometidos en una suerte de oligarquía que deja surgir nada
nuevo, desde el poder ejecutivo…; todos contribuyen a provocar la violencia y
la intolerancia que vivimos, nos enfrentamos dentro de las familias, con los
vecinos, entre los barrios, entre los pueblos; pero somos incapaces de
identificar de donde nos viene todo eso…, que nos duele tanto; así no podemos
dejar de ser clientes y esclavos del poder, no podemos decir basta, …Y la
violencia continuara…, recrudecerá por momentos…, será reprimida en alguna
ocasiones…, pero lo que sí es seguro, es que no habremos logrado consolidarnos
como una nación digna de nuestros hijos.
Posiblemente sea la hora de reaccionar, romper con estas
cadenas de esclavitud, como nos enseñó Illia, como nos enseñó Ghandi, como nos
enseñó Luther King…, Juntos, como hermanos, con firmeza…, y en Paz.