viernes, 5 de julio de 2013

¿Porque volver a Illia?

Me lo he preguntado cómo una forma de expresar esta idea del Movimiento Arturo Illia, para que se entienda claramente que significa volver a Illia, porque no es solo un slogan o una expresión de deseos más o menos inocente, sino una íntima convicción que implica una decisión, una forma de conducta, una posición no solo ante la política sino ante la vida.

Volver a Illia implica una actitud de responsabilidad y transparencia, donde el pueblo ocupa el primer lugar entre las prioridades del estado, y la felicidad de la patria es el objetivo final, pero a través de una acción de gobierno que se apoya en la virtud del gobernante, esto es decir que, el gobierno se asume a si mismo como el ejemplo a seguir, y es el que se somete a las necesidades de la sociedad en una actitud de sacrificio en pos del bien común.

Esto es el resumen del gobierno del Dr. Illia, abrevar en las fuentes del más puro radicalismo, actuar con una forma de patriotismo profundo, donde el bien propio se cede en procura de lograr el objetivo del bien común.

La sociedad actual necesita que ese dirigente político, al estilo de Illia, viva, como dijo Alem, en una casa de cristal, para que el ciudadano pueda ver que existe una forma de ejercicio del poder alternativa, posible, donde la austeridad republicana, la democracia real, y la actitud progresista no sean solo un enunciado propio de una campaña, sino que sus dirigentes, asumen esto como una forma personal de transitar la vida.

Pero volver a Illia no es solo esto, volver a Illia es hacer un ejercicio político de renovación permanente para perfeccionar el sistema, ejercicio que surge de la propia transparencia y de la conducta de los dirigentes, que no se interpretan a sí mismos, de forma mesiánica y excluyente, sino solo como gestores y vehículos del progreso de la sociedad, y posibilitadores de la mejora permanente del sistema, obligándose a provocar incluso su propia exclusión en favor de renovar las estructuras políticas, obligando a la permanente modernización de las metodologías, sustentadas en las ideas originales.

Lo anterior implica una actitud personal de crecimiento intelectual, pero además, de un modo de generosidad extrema, que provoque que aquellos que vienen detrás puedan apreciar que la capacitación y la preparación, son el vehículo del cambio, y que asumir obligaciones de gobierno exige que el hombre político, no lo haga esperando aprender en el camino, esto es en definitiva una forma de renovación planificada, haciendo que la preparación de los futuros dirigentes sea cada vez más sólida, y el reemplazo esté en manos de hombres capaces de seguir adelante con la tarea.

Volver a Illia es también entender que no basta solo con esto, sino que la capacidad de asumir una función tiene que estar aparejada con la representatividad, y que el dirigente sea realmente representativo del sentir de la sociedad que espera, de él, soluciones, y que lo elige como intérprete de sus necesidades, y gestor de su progreso.

Implica el sometimiento al juicio de la voluntad popular, es parte de la actitud de entrega del dirigente, someter sus ideas y su persona a la valoración de la sociedad, permitiendo que la sociedad a través de su elección pueda discernir, y decidir cuál es la postura política más acorde a sus aspiraciones, y en donde el individuo ve reflejadas sus aspiraciones. Eludir el juicio electoral, es una actitud personal que implica, en sí misma, la falta de transparencia en el accionar político, pero además la falta de confianza en el propio mensaje, y posiblemente, oculte intenciones que no se corresponden con el discurso que se proclama.

Volver a Illia, es comprender que la acción de un gobierno debe estar basada en los pilares de la entrega, la capacidad, y la representatividad. Hacer lo que se debe, es la premisa de cualquier político que se interprete como un seguidor de estas ideas, entender que no se hace política, y mucho menos se gobierna, improvisando, o haciendo solo lo posible.

Volver a Illia, implica que el gobierno debe ser una consecuencia de la actitud personal, y del mismo modo que se planifica la vida personal se planifica el gobierno, y se lo orienta hacia la consecución del objetivo final, la felicidad común. Y esto debe ser la consecuencia de acciones concretas que impacten socialmente primero e individualmente como consecuencia, encarando acciones que transformen la sociedad y la eleven hasta un estadío superior, pero no ejerciendo la actitud del mandón, sino gobernando, de forma que la planificación del progreso de la nación sea el producto de un consenso logrado interpretando el sentimiento de toda una sociedad.

Es necesario que el país comprenda que se debe volver a Illia, pero en términos reales, que se entienda que no solo debemos valorar al hombre bueno, o al apóstol de los pobres, sino que debemos volver a Illia de una forma políticamente concreta, donde podamos demostrar que se puede gobernar, progresar y hacer política; que la sociedad comprenda que la política es el único vehículo hacia la transformación y la mejora, y que vive en un sistema que se puede perfeccionar permanentemente.

Volver a Illia, es en definitiva la posibilidad de lograr un tipo de gobierno, donde ética, decencia, transparencia, entrega, progreso, desarrollo, integración, son realidades posibles, que van de la mano de la paz, la tolerancia, la democracia y la libertad.

Carlos Eduardo Gowland