Hoy,
aunque las pasiones no se han acallado todavía, y creo que los ánimos seguirán caldeados
por mucho tiempo, será necesario barajar y dar de nuevo, para que después que
esta conducción del partido se retire huyendo por las ventanas del Comité Nacional,
después del estrepitoso fracaso en el que van a caer, y no alcancen las
explicaciones y los mea culpas para salvar la ropa; Decía, será necesario que
haya una dirigencia que mantenga intacta su identidad, y sus principios
dispuesta a construir una alternativa de poder coherente con la doctrina y a la
ideología radical.
Cuando
después de limpiar la tierra de la contienda reciente nos encontremos con que
hoy tenemos un partido sin programa, una alianza sin ideas, ni rumbo, donde
desde el inicio uno de los aliados desautoriza la palabra del supuesto
presidente de la UCR, manifestando que no habrá un programa común, ni un
gobierno de coalición, ni nada de eso, nos enteramos que lejos de ir a las PASO
a competir, ya se están acordando listas
conjuntas, donde los candidatos se colocaran de acuerdo al piso actual de la
UCR en el congreso (o sea poquito), y dentro de unos días nos desayunaremos
conque no hay posibilidades que el partido presente listas propias para
legisladores provinciales y nacionales, sino que serán las negociadas entre
Sanz, Carrió y Macri, y sus “equipos técnicos”, que no son tales (por supuesto).
Decía,
que cuando todo eso pase, y pasen las elecciones y la actual conducción se vaya
huyendo, será necesario contar con un dirigencia capaz de hacerse cargo de la
estructura; un dirigencia que no esté contaminada por el conchabo público que
maneja la conducción, que sea capaz de afrontar el desafío de reconstruir al
partido y devolverlo al camino del que nunca debió apartarse.
Ese
es el reto del futuro, un trabajo enorme nos espera, hay que recuperar la mística
del partido radical, levantar de nuevo las banderas prostituidas por esta
conducción, limpiarlas y hacerlas flamear de nuevo.
Es
necesario, recuperar la causa, aunque debamos renovar los métodos, e incluso
los postulados de siempre, y hacer escuela de la doctrina, abonando el terreno
para las generaciones que vendrán. Y la forma de hacerlo es poner la mirada en
los jóvenes, en los que todavía están limpios de las practicas maniqueas de la
vieja dirigencia, hay que fomentar y empoderar a la juventud del partido, la
que no claudica ni se deja convencer por la chequera de nadie, hay que comenzar
por oír lo que tienen de nuevo para decirnos, sobre todo a quienes, entre
nosotros, los años de militancia han contaminado en sus metodologías,
supuestamente estratégicas y pragmáticas.
Es
necesario que los radicales que no se dejan convencer por estos pactos espurios,
ni por este neo-mitrismo encaramado en el partido, comencemos a acercarnos a
limar asperezas y fijar posiciones, que comencemos a rediscutir los viejos
postulados y adaptarlos a los tiempos que corren, deberemos crear un nuevo programa
de Avellaneda, que será el mismo pero adaptado a los nuevos tiempos y a las
exigencias que plantea la sociedad moderna.
Es
necesario que reformulemos la vieja contradicción identificando más claramente cuál
es la posición del partido dentro del campo popular, sin renegar de nuestra
posición ideológica, y de nuestros principios que como tales se mantienen
inmutables a través de la historia.
Debemos
mirar también dentro de las organizaciones de Trabajadores del Partido, donde
hay correligionarios que reclaman con claridad meridiana, que se los escuche,
que se les entienda que las organizaciones obreras no son un flagelo, como
parece plantear a veces nuestro presidente, cuando dice que hay que ignorar a
los sindicatos, los que deberán seguir siendo los interlocutores valido a la
hora de negociar la redistribución del ingreso.
Es
necesario que sentemos una posición con relación a las políticas sociales, para
que la solidaridad social sea realmente un hecho que provoque la recuperación de
la movilidad ascendente y que impida que se sigan generando bolsones de exclusión
a lo largo y a lo ancho del país
Hay
que fijar posturas claras en materia de salud pública, diseñando cual es la
salud que queremos para nuestros hermanos, que hoy debido al colapso inminente
del sistema no tendrán a donde recurrir para acceder a los beneficios de una salud
igual para todos.
Hay
que redefinir el sistema educativo, para que la educación, vuelva a ser el
impulsor de esa necesaria movilidad ascendente, privilegiando la integración,
el mejoramiento de los contenidos, la especialización, recuperar la enseñanza técnica,
tanto en las viejas, como en las nuevas áreas, promover la investigación universitaria
para que el país no esté fuera del selecto grupo de naciones destacados por su
capacidad tecnológica.
Se
deberá elaborar una política de desarrollo industrial de características propias,
que consciente de invertir en tecnologías propias pueda elaborar productos de
alto valor agregado sin depender tecnológicamente de los países centrales.
Le
queda a los que puedan encarar esta tarea un trabajo titánico, porque implica reconstruir,
todo el andamiaje del partido que quedara vacío después de la huida en masa que
se avecina, y le toca a la juventud nutrirse para comenzar con la tarea, a
nuestros mejores cuadro de hoy que no estén contaminados por las tentaciones
del poder les está reservada la tarea docente, la de instruir y preparar a los
que vienen, para que tengan los elementos necesarios para convertirse en
dirigentes.
Les
queda a los trabajadores radicales resistir en sus lugares de lucha este otro
embate neoliberal que se avecina, porque el golpe de la nueva derecha contra el
aparato productivo será tremendo, la amenaza de una nueva ola de pobreza al
estilo de los 90 es lo que viene en la argentina, y esta dirigencia lejos de
oponerse se dispone a ser cómplice de esto.
Nos
dicen hoy que quieren eliminar el populismo, y en realidad lo que pretenden es
volver a las políticas antipopulares, a los postulados excluyentes, a las
viejas maquinaciones de los 30, los 70, y los 90, que sumieron al país en la
desesperación.
El
discurso de la eliminación del populismo entraña en su fondo la eliminación del
protagonismo popular, porque les molesta
el pueblo cando reclama y cuestiona, el discurso de la eliminación del populismo,
es tan falaz y descreído como lo es este gobierno actual, que también elimina
al pueblo del protagonismo de la escena, pero por métodos diferentes.
Es
necesario definir formas de inclusión que abarquen la sed de justicia de los desposeídos,
de los abandonados por régimen, de los pueblos originarios, injustamente
despojados de todo derecho, es necesario volver a las viejas posturas de
Larralde y de Lebhenson, a la visión planificadora y democrática de Illia, a la
concepción social de Alfonsín.
La
única forma de lograr esto es que aquellos que no estamos de acuerdo con esta
maniobra urdida desde las sombras de la ilegitimidad, comencemos a tender los
lazos necesarios para generar una movilización política dentro del partido que
provoque el cambio generacional necesario, que seguramente en su potencia
torrencial nos lleve puesto a nosotros mismo si es necesario, pero que nos
permita ver que hay una nueva generación que sin estar colonizada por as vejas
practicas sea capaz de poner a la UCR en el camino de la victoria.