Sobrevuela en algunos
argentinos la idea de que hemos transitado desde un periodo de Izquierda social
revolucionaria, hacia un periodo de derecha liberal neo conservadora, aunque la
verdad es que no ha sido ni una cosa, ni la otra, a pesar de no haber estado de
acuerdo con la alianza Cambiemos, como tantos otros correligionarios, no dejo
de pensar que el anterior gobierno no ha sido precisamente un gobierno de
Izquierda, y mucho menos revolucionario.
La forma conocida de
revolución, implica tomar el gobierno ejerciendo la violencia, a favor de una
nueva forma de Organización social y política, profundamente distinta del orden
establecido, como en Cuba, si queremos un ejemplo.
Hay otra revolución, que
lejos de ejercer la violencia, enfrenta al orden establecido, de un modo
diferente, que busca el mismo cambio, pero en paz, buscando una forma de sociedad
parecida pero pacíficamente, como en la India de Gandhi.
El otro camino es la
reforma, constante y permanente que moviliza, la sociedad en un constante
avance, que permite ir instrumentando gradual pero continuamente aquellos
institutos que introducen mejoras en la sociedad, que consigue avanzar al unísono
a todo el conjunto de la sociedad, un claro ejemplo es Noruega, cuya sociedad
parece haber desterrado la pobreza.
Claramente el anterior
gobierno, no representa ninguna de esta variantes, porque su forma de alcanzar
el poder, no fue revolucionaria, ni violenta, ni genero ninguna revolución pacífica,
ni genero un proceso de reforma permanente, los que creen de la revolución de
la inclusión, en realidad son devotos creyentes de lo ilusorio, que fieles al espejismo
que se les representaban caminaron hacia lo inexistente, con una tremenda carga
de desesperación acumulada, vieron allí una posible fuente donde podía calmarse
la sed de justicia.-
El cambio de gobierno, y
de signo político, dejaron en claro que solo era un espejismo, porque cuando un
gobierno genera cambios profundos, estos no son reversibles, en una sociedad
que incluye realmente, es porque ha generado lazos sociales tan fuertes, que la
sociedad no admite la posibilidad exclusión de ninguno de sus miembros, porque
en ese entramado no es posible que existan huecos donde pueda colarse la
pobreza.-
El kirchnerismo no alentó
ese proceso, por el contrario, generó una división social y política, tan
profunda que difícilmente se cierre en un período razonable de tiempo.
La solidaridad es una
construcción ética, su establecimiento parte de una oportunidad única,
posiblemente de una situación de quiebre, que despierta la conciencia
colectiva, y permite transitar un camino común, hacia un objetivo común, que
mejora la calidad de la sociedad, que se va transformando en ese recorrido.-
Hubo aquí oportunidades
únicas, en 1983, y el pueblo argentino entendió finalmente que la Constitución,
y la democracia eran el único camino posible, y sin distinciones avanzo en ese
camino, en los 2000 hubo otro punto de quiebre, que pudo haber sido la
oportunidad de ser un país distinto, cuya sociedad pudiera reformularse a
partir de una nueva forma de país, donde la ética de la solidaridad fueran la
clave de su funcionamiento.-
Claramente el
kirchnerismo no supo, o no quiso, aprovechar la oportunidad e ir en esa
dirección, en un principio muchos creímos de buena fe que la sociedad se encaminaba
hacia ese proceso virtuoso que todos esperábamos, pero en algún desde el
gobierno se cayó en la tentación populista (y no creo que el populismo sea malo
en sí mismo), y en la creencia que dar y pegar, generando conflictos donde se
pudiese identificar un enemigo, ante el cual aparecer como el campeón de la
contienda.
La lógica aplicada en
esta forma de hacer política, fue la de transmitir un mensaje directo y fácil
de inculcar como doctrina, “vos sos pobre porque él es rico, vos sufrís porque él
no sufre, vos no tenés trabajo porque él no te da”, con este tipo de mensaje es
fácil martillar y penetrar en el pensamiento colectivo, donde la respuesta es
“yo te restituyo tu derecho, quitándoselo a él”, emergiendo como el restaurador
de la injusticia.
Así es que se crea la
grieta, ¿y quien es el?, el, es cualquiera que pueda identificarse fácilmente,
las corporaciones, los terratenientes, los industriales, los comerciantes, los
ricos, los que tienen trabajo, los otros pobres, no importa, el asunto es crear
una situación de conflicto frente a quienes puedan pensar diferente, dándole
algún beneficio al fiel.-
Pero esta es una
estrategia que políticamente puede dar resultados, pero a largo plazo se ve la
verdad detrás de esta estrategia, solo es un mecanismo de acumulación de poder,
pero no sirve para alcanzar el tan ansiado crecimiento social, que fue
movilizador de la sociedad, porque detrás del supuesto dar, no hay nada sólido,
no hay trabajo genuino, no se sale de la pobreza, no hay mejor educación, no
hay mejor acceso a la salud, no hay nada, solamente un subsidio que provee un
plato de comida y nos mantiene sumergidos en la pobreza.
En el fondo los
revolucionarios solo fueron funcionales al capitalismo, un mercado laboral formado
por pobres, sin educación formal, sin preparación técnica, es mucho más barato,
que un mercado donde la oferta es mano de obra calificada, que demanda mejores
ingresos acordes a su calificación.
Una verdadera revolución social
y política, es un cambio que permite una inclusión real, esta inclusión implica
trabajo genuino, industrial, exportaciones de productos industriales, mano de
obra ocupada en tecnología, desarrollo, investigación, educación formal amplia
y profunda, donde la búsqueda de la excelencia sea la clave del éxito académico,
abierta para todo el mundo, que genera la expectativa de un futuro realmente mejor.-
Países mucho más
pequeños, y más pobres que el nuestro, han alcanzado ese éxito, socialismos
reales, donde la protección al ciudadano es la nota sobresaliente, la asignación
universal por hijo, los subsidios por educación, la prestación de salud única y
asegurada, son características de los países nórdicos; debo decir aquí que la
creencia popular nacional asegura que este es un modelo irreproducible en
nuestro país, por nuestra raíz, no es solo una falsedad, sino una excusa para
no emprender la tarea.-
El anterior gobierno no
fue revolucionario, solo fue discursivo, solo intento prevalecer fomentando el
enfrentamiento, y, aunque hoy su líder proclame la necesidad de la unión nacional
solamente repetiría lo mismo, porque en definitiva este fue un modelo donde los
logros sociales solo fueron los medios por donde se vehiculizaba la corrupción.-
Esto no quiere decir que
este gobierno sea mejor, posiblemente no lo sea, lo que ocurre es que al
descorrer el velo que ocultaba semejante escala de corrupción, no hay
posibilidades de visualizar que pueda haber algo peor de lo que ha ocurrido en
el país.-
Sin perjuicio de lo
anterior, este gobierno deberá revisar algunos mecanismos y métodos, porque una
república auténticamente democrática, necesita que los gobiernos sean
totalmente transparentes, basados en una actitud ética frente a la ciudadanía,
sin olvidar los fines que la constitución nos ha fijado, para nosotros, para
nuestra posteridad, y para todos los hombres que quieran habitar el suelo Argentino.-