martes, 20 de junio de 2017

Tribulaciones de un radical sobre nuestra situacion política


Existen varias posibilidades en la vida, una es ayudar a construir, otra es colaborar con la destrucción, y la tercera es no construir ni destruir, la de los tibios, la de aquellos que deciden mirar sin participar especulando con el resultado que, dependiendo de quién gane la pulseada, los posicionará más o menos bien en un sector o en el otro.

A lo largo de mi vida, por pura curiosidad, pude acceder al conocimiento que me permitió forjar mis convicciones y que como valor agregado me puso en el camino que escogí seguir, las obligaciones contraídas fueron cumplidas, porque asi aprendí que lo hacen los hombres de bien, también aprendí que hay cosas con las que “no se Jode”, porque tienen que ver con el desarrollo y el bienestar de las persona que nos rodean.

De alguna forma, la enseñanza cristiana recibida, me enseño que hacer el bien, tiene destinatario, pero no reconocimiento, y que asi debe ser, porque la satisfacción es solo la del deber cumplido.

Además de esto mi formación política, que vinculada al entorno familiar, fue lo suficientemente heterogénea, y abierta, como para permitirme elegir cual era mi destino político desde el punto de vista ideológico, y asi decidí sostener aquellas convicciones con las que me identificaba.

Asi fue que por formación, por elección, por admiración hacia otros hombres, soy Radical, y comulgo fervientemente con las ideas de mi partido, y soy radical desde que tengo uso de razón (no es, en el fondo, tanto tiempo) y como Radical que soy, he participado en cuanto espacio encontré en el partido cuya metodología fuera, sobre todo, coherente con mi pensamiento, y en cuanto esa agrupación se apartara de aquellos ideales que sustentaban la causa, también supe retirarme.

Son esas convicciones que a veces provocan que uno se retraiga, con el objetivo de tomar un poco de distancia respecto de los acontecimientos, y poder tener una opinión libre de pasiones sin caer en la tentación de inclinarse hacia uno u otro lado.-

Aunque los últimos acontecimientos del país no dejan de causar un estado de estupor permanente, y todo termina por caer en esta desmesura propia de los argentinos, que pareciera que impide que iniciemos un camino de construcción de la nacionalidad.-

Desde fin de año hemos caído en la vorágine electoral, las garras afiladas de todos lo que buscan ocupar un espacio de poder (al que la mayoría cree que debe llegar, por derecho de militancia, derecho que, por otra parte, le niega al resto de los militantes), por lo tanto se olvidan las causas, se olvida que la política es esencialmente un servicio público, destinado a generar un mejoramiento permanente y continuo de la calidad de vida de los ciudadanos, donde se respeten sus derechos y se conviertan en realidad sus anhelos, sus proyectos de vida en prosperidad y paz, (La felicidad de la patria).-

El derecho generado en la militancia es pernicioso, porque tiende a generar un nepotismo dirigencial, que mucho daño hace a la causa, y poco beneficio a la comunidad, olvidando el fin último de la política, la militancia carece de derechos, porque su finalidad es la de generar conciencia en la sociedad, que apunte a promover cambios en la conducta social de los ciudadanos, y movilizar la opinión consolidando las bases sociales sobre las que se asienta el partido político, por eso la militancia política debe ser el ejercicio de la concientización social, y no una simple especulación de cargos, que lejos de construir, destruye.

En ese tren del olvido la dirigencia está enfrascada en una pelea de perros, se enrostran la corrupción de unos frente a la de los otros, y en esa pelea la corrupción pasa a segundo plano, y lo importante no es el delito de corrupción sino lo rimbombante de la denuncia, y del denunciante, el tono de voz y el volumen de los gritos, y como da en cámara.

Pero para tristeza de la dirigencia política, el país sigue en movimiento, la sociedad avanza constantemente y el mundo, normal se desenvuelve, y como todos los días una multitud observa atónita como la política transita por un lugar, donde la ciudadanía parece no estar invitada.

Sin embargo la sociedad no cesa de reclamar un poco de normalidad, y pudor por parte de esta nueva dirigencia, que de tan mediática parece surgida de un programa de escándalos televisivos, más que de un partido político, la política tardo más de cien años en comenzar la práctica del juicio por jurados, con la excepción deshonrosa de los delitos de corrupción, que pareciera que nunca van a ser juzgados como corresponde, y que quedaran en investigaciones inconclusas que de apelación en apelación se perderán en una nube de tecnicismos que nunca llegaran a aun fin coherente, mientras tanto como dijo en 1910 un Presidente de Francia (Clemenceau), algo asi como que “el pueblo argentino es tan laborioso que recupera trabajando de noche, lo que los políticos roban de día”, por eso el pueblo hace caso omiso, sigue trabajando, avanzando más que las instituciones, aunque, por las dudas, alguien sigue diciendo que el pueblo todavía no está maduro para algo, que no se sabe bien de que se trata.

La política no ha dado respuestas a la sociedad y sigue sin dárselas, como tampoco las da la justicia, o la legislatura, porque solo basta que alguien llegue a ocupar un cargo, para que olvide de a quienes, le debe su cargo, excepto aquellos que aportaron económicamente a su campaña, para colmo de la situación el congreso decide consagrar legislativamente el lobismo, que solamente ayuda a conseguir mayores beneficios de campaña, a cambio de otorgar tal o cual beneficio al grupo económico aportante, lo que definitivamente terminara por divorciar al pueblo de quienes dicen ser sus “legítimos” dirigentes.

La política debe oír, entiéndase Oír, como escuchar, comprender, “poner la oreja”, sin hacer oídos sordos, e intentar dar aquellas soluciones que se deben dar (no las que se pueden, las que se deben), y si no se pueden dar explicar las razones, o indicar los caminos a seguir, en un mecanismo de realimentación que nos permita nutrirnos de las necesidades populares, y a la luz de la ideología a la que suscribimos elaborar las propuestas de solucion a los problemas que se nos plantean.

Hay en el medio de la política una cadena que cortar, la de la intermediación, que impide que la realidad se ponga a la vista del poder, porque como en general la política se ha convertido en una especie de mercado de cargos donde el pueblo, la gente, se queda afuera sin tener la más mínima idea de quienes, o qué, es lo que se va a elegir; …  total… todo se negocia desde el poder pensando que esta nueva moda del marketing político nos va permitir poner un nombre más o menos importante encabezando una lista, y el resto se completa con amigos o parientes, total no es importante que representatividad tenga el resto.

Desde el poder difícilmente puede verse la realidad porque el dialogo popular quedo en manos de los referentes, los referentes, aquellos hombres de … (el poderoso de turno), que siempre están en medio de la relación entre el pueblo y el partido, que se dedican a medrar con unos y otros, solamente llevando y trayendo equívocos mensaje, y como el clásico puntero disfruta de los beneficios que unos y otros pueden repartir, cargos entre la parentela, comisiones por los subsidios conseguidos, módulos de asesor, algún que otro pasaje, teniendo en sus manos la llave de la felicidad de los de abajo, y de la estabilidad en el cargo de los de arriba, administradores de la mentira que disfrutan de los beneficios, siempre, porque en definitiva si el poderoso cambia, irán con su mercadería a ofrecer sus servicios de intermediación al que venga, total el discurso que llega la pueblo es solo su propio relato, porque en definitiva nunca habrá nadie para discutirle.

En medio de esto los radicales estamos en una disyuntiva, dejamos el partido en manos de estos nuevos gerentes de la política, y descansamos, o buscamos dar nuevos aires reviviendo las ideas, oyendo a la gente, elaborando una propuesta política sólida, que apunte a dar respuesta, pero a la luz de nuestras convicciones.

La ilusión del partido de cuadros a la inglesa como el Laborismo, o a la española como el PSOE, se ahogó en su propia iniciativa, porque no tenemos el elemento nutriente de esos partidos que son representativos de la Izquierda sindical de sus países, se mantienen y alimentan de las clases obreras, altamente politizadas.

Nosotros somos un partido popular, y como tales nos nutrimos del pueblo, de TODO EL PUEBLO, sin distinción de clases, ni credos, lo que nos nutre es la opinión popular, generalizada, las entidades intermedias, los trabajadores, los artistas, los intelectuales, que surgen de lo más profundo del tejido social, y atendiendo a ese tejido social, somos republicanos, y democráticos, porque no comprendemos una sociedad que pueda vivir sin esos valores de igualdad, justicia y libertad.

Hay que construir esa alternativa, seguramente recogiendo los pedazos que quedaron en el camino, pero tengamos claro que debe ser creando haciendo de la sociedad un estado de conciencia, donde se comprenda que la verdadera política surge del pueblo, y no de las alturas, que gobernar es gobernarse, que debe recuperarse la solidaridad social, reconstruir el tejido conectivo que nos une, que nos impulsa a avanzar, hacia un nuevo futuro, con las convicciones de ayer pero con la vista puesta en el mañana, somos el partido de Alem, Yrigoyen, Alvear, Pueyrredón, Sabatini, Lebhenson, Larralde, Illia, Alfonsín, y todos nuestros próceres políticos, que aportaron su sabiduría a nuestras convicciones, nos aportaron una historia, y en honor de esa historia debemos elaborar un nuevo partido, más representativo, más moderno, adaptado a los tiempos venideros que se convierta en una alternativa de poder posible, que incluya a todos y sea auténticamente representativa de todos los hombres y mujeres que tienen fijadas sus esperanzas en un país mejor.-