jueves, 26 de septiembre de 2013

Una nota sobre Santiago del Estero

Que un Juez civil declare la nulidad de un artículo de la constitución, cuando ese artículo viola el derecho a las libertades civiles, como la libertad de expresión, el derecho de reunión, el derecho a elegir, o intenta corporativizar las instituciones de la República, y suplantar la democracia por otro sistema dañino y ajeno a la voluntad de las personas, puede ser considerado hasta un acto de valor contra un poder que pretende ser único, excluyente, y dictatorial.
Cuando la sanción de inconstitucionalidad es para condenar la aplicación de un sistema que pretende convertirse en aristocrático y oligárquico, excluyendo del derecho a ser parte importante de la decisión, condicionando el ejercicio de la democracia, es sin lugar a dudas un acto de heroísmo, que pretenderá preservar la democracia republicana que se concibió como un bien común para todos los ciudadanos.
Ahora la pregunta es, si un juez declara la inconstitucionalidad de una disposición de la constitución, que expresa la voluntad univoca de los convencionales, que además busca sostener y preservar el principio de alternancia en el poder, forma de impedir que un mandatario se eternice en el poder y convierta el gobierno en una tiranía, es cuando uno se pregunta, ¿puede un juez dictar un fallo que viole la voluntad univoca de todos los legisladores, permitiendo que un mandatario continué en el poder violando el principio de alternancia, consagrado por los constituyentes?, ¿puede un juez permitir con un fallo que la democracia se convierta en una farsa, que le permita a alguien consagrarse como el único interprete de la voluntad popular?.
Según ocurre en Santiago del Estero, parece que sí, parece que la justicia está al servicio de un mandatario, para permitirle que se perpetúe más tiempo en el gobierno condicionando la política futura, solo porque no está conforme con el artículo que limita la cantidad de mandatos a dos, y que además el mismo acepto y juro obedecer, cuando se reformo la constitución santiagueña.
La excusa de la popularidad no es válida, para pretender ser indefinidamente reelecto, la república, la democracia y la libertad exigen que el poder cambie de manos, para que nadie se crea infalible, ni dueño de la verdad.
La alternancia preserva la salud de la república, permite que la igualdad de oportunidades se aplique a la política, porque impulsa la renovación de los aparatos partidarios, mantiene la atención del pueblo sobre el quehacer de la cosa pública.
La renovación política en la argentina, parece la quimera del oro, todos los dirigentes políticos creen que ellos, y solo ellos han sido predestinados por mandato divino a ser los portadores de las soluciones que darán bienestar definitivo al pueblo argentino. El problema es que el pueblo argentino descree de las soluciones mágicas de los próceres políticos de la actualidad.
Seguramente Santiago del Estero no es la excepción a esto, y a pesar de la popularidad del Gobernador Zamora, Popularidad que con el uso discrecional de los fondos públicos no es difícil de conseguir, es saludable para el sistema republicano, que termine el mandato al que está autorizado por la constitución, y se vaya a su casa a esperar pacientemente el veredicto de la historia, a la que ya ha entrado, y no que intente quedarse ya no como gobernador, sino como dueño de la provincia.
Sumado a este intento de quedarse con el Poder, el Gobernador Zamora, pretende hacer uso y abuso de la estructura política del radicalismo, al que ya no pertenece, para sostenerse políticamente, y sumando a su propia sumisión al gobierno nacional, al de un partido centenario, que se caracterizó por no ser títere de ningún gobernate, ni siquiera salido de su propia estructura.
Lo más grave de esto es que como si fuese poco, la clase política nacional mira hacia un costado, como con indiferencia sin ejercer ningún acto de condena categórico, que ponga a los ciudadanos en alerta, previniendo que este tipo de situaciones puedan ser imitadas por otros gobernantes de nuestro país.
Este Gobernador que se identifica a sí mismo como radical, pareciera que no ha aprendido ninguna lección de aquellas que dieron nuestros mejores hombres, Alem, Irigoyen, Luna, Larralde, Sabatini, Illia, Alfonsín, nunca hubiesen utilizado su poder para torcer la constitución y la justicia, en su beneficio personal.

Señor Gobernador Zamora, Va siendo hora que se ponga Ud. a pensar que está violando el mandato de la constitución que Ud. hizo reformar,  poniendo el poder a su disposición y arbitrio absoluto. O será que Ud. pretende ser Rey y no se anima a confesarlo?