viernes, 22 de julio de 2016

El estado, promotor de la evolucion permanente



El estado pensado como el órgano institucional que genera la evolución democrática, debería concebirse como un órgano activo, algo asi como el corazón que bombea a cada lugar y ciudadano del país los beneficios de la acción del estado.
Creo, y creeré siempre, que el estado no es solo el administrador de los bienes del común, sino el motor del progreso humano, y que las instituciones republicanas deben transformarse en la medida que los individuos provocan el avance colectivo, como resultado de su crecimiento personal.
El estado entendido de esta manera, es un factor dinámico que provee los elementos básicos para generar la movilización de todos los recursos necesarios para provocar la revolución que implica el crecimiento de la sociedad.
El estado debe, desde esta concepción, promover una forma de rebelión contra el conocimiento y el orden establecido, que tendrá como resultado la aparición de nuevos paradigmas, producto de los nuevos conocimientos logrados en ese proceso de revolución, que como consecuencia promoverán los cambios socio políticos necesarios, para que la sociedad avance un paso más en la búsqueda del perfeccionamiento de las instituciones que rigen su funcionamiento.
La idea de la rebelión encaminada por el estado, no es un acto violento, porque el estado al desatar a fuerza creativa propia de las sociedades, lo que consigue es satisfacer las necesidades del hombre, cuya naturaleza gregaria lo lleva a evolucionar solidariamente con el resto de sus conciudadanos.
La rebelión, debe ser entendida como el acto de dudar, de cuestionar, es en definitiva el punto de partida de la filosofía, de la necesidad de saber, y de allí nace la ciencia, como organización de esa necesidad de conocimiento.
Esa actitud de rebelión fue lo que impulso a Gandhi, a iniciar su búsqueda de la verdad, que culminó con la independencia de la India, esa rebelión también impulso a  Martin Luther King a iniciar su lucha por los derechos civiles, que culminó con las leyes de derechos civiles dictadas durante el gobierno de Lyndon Johnson.
La lucha posterior de Gandhi, con la india ya independiente, siendo ya el símbolo del estado,  en contra de la segregación religiosa, y el fin de la guerra civil de la India, también fue una rebelión contra las conductas segregacionistas de los religiosos, que concluyo con éxito y en paz, por muchos años.
Todas estas acciones, culminaron con cambios impensables en ese momento que provocaron un perfeccionamiento de la democracia, que siempre es lento, y tortuoso, pero siempre se produce, pero esto solo es posible cuando el estado libera las fuerzas creativas de la Nación.
Por eso es importante que el estado este siempre presente como motorizador del cambio, a través de la creación de mecanismos que contengan a todos los ciudadanos, y los impulsen a participar, aportando ideas, conductas, conocimientos, investigación, arte, educación todo aquello que cada ciudadano lleva producto de su experiencia, de su capacidad.
Hay quien puede pensar que estos son espacios reservados, solo para aquellos con una formación intelectual o académica, no es asi, todos los ciudadanos de un país, desde el primero hacia hasta el último tienen, no solo el derecho, sino la obligación de realizar su aporte a la construcción permanente de la Nación, estableciendo los lazos solidarios necesarios para que se establezca un dialogo social activo y coherente.
El estado debe ser un intérprete leal de esta voluntad, promocionando y generando estos espacios de participación, discusión y creación, que son en definitiva parte del proceso de integración que no finalice, sino que provoque un proceso de inclusión real y duradero, donde el sentido de libertad, fraternidad e igualdad republicana sean las claves del proceso.
La generación de conflictos, teoría por demás popular en los últimos años, la idea de crear un enemigo y enfrentarlo, sin motivos y tampoco sin piedad, lejos de provocar la rebelión creadora, lo que hace es provocar un conflicto social tan profundo, como difícil de superar, porque lejos de liberar la fuerza creativa de la sociedad, lo único que ha conseguido es generar odios y recelos entre los ciudadanos, para desatar la violencia, porque quien se siente atacado naturalmente se protege del agresor cerrándose a cualquier forma de solidaridad y confraternización, que finalmente genera sentimientos de recelo y prevención de unos contra otros, acabando en un estado de violencia primero contenida, y luego desatada.
En un estado que provoca esta dinámica en la sociedad, siempre evolucionará, en un sentido progresista, porque en esta dinámica de cambio permanente, la evolución científica, los nuevos conocimientos divulgados, la tecnología aplicada mejorando los estándares de vida del pueblo, la mejora constante del nivel educacional, desarrollaran un sociedad en constante modernización, que necesariamente producirá nuevas instituciones contantemente adaptadas a las nuevas realidades.
Esta función del estado fue comprendida por todos nuestros representantes puestos en función de gobierno, desde Yrigoyen hasta Alfonsín, fueron generadores de ese proceso, lo mismo que nuestros grandes pensadores, la republica gobernada por el radicalismo lo fue dentro de un proceso dinámico y creador, superador de los cánones existentes, desarrollando la educación, la ciencia, el cambio permanente, promocionado socialmente al individuo, mejorando su condición, abriendo la posibilidad de la movilización constante de la fuerzas creadoras de la Nación, entendida como el espacio común, incentivo el fortalecimiento de los lazos solidarios de la sociedad, y debe retomar ese camino.
Solamente así la Unión Cívica Radical volverá a ser la opción necesaria, a la hora de elegir nuevo gobierno, porque estará a la cabeza de la sociedad, motorizando y acompañando el camino del desarrollo permanente, asumiendo en el proceso una conducta crítica con el poder, no combatiéndolo, sino marcando cual es el camino a seguir.-
De lo contrario solo será un espacio político que solo reclama cargos a un gobierno, a cambio de una estructura electoralmente eficiente, pero sin sentido ni razón de ser.