domingo, 29 de mayo de 2016

Radicalismo, una reflexión a propósito de la situación actual


Que pasa que todavía no nos movilizamos, si no es para ponernos de un lado u otro de una raya inexistente, o que por lo menos fue artificialmente trazada, siguiendo una lógica de conflicto que seguramente, no es totalmente falsa, pero que fue profundizado, no en aras de provocar un fenómeno de ascenso social, sino la consecución de una cantidad de voluntades que propiciaran la continuidad infinita en el poder.-

Pero esta tendencia en el modo de hacer política también alcanzó al radicalismo, que maravillosamente ha sobrevivido, a duras penas, a otra división.

Estas divisiones que a diferencia del peronismo, que puesto en función opositora se reinventa y reagrupa, como está ocurriendo con su brazo sindical, y de algún modo con su estructura política, que cambia de dirigentes se reagrupa, y sigue generando hechos políticos y gestionando su poder, sin entrar en profundas discusiones ideológicas, presentándose al cabo como un bloque político compacto.-

Debido a su naturaleza política, es posible que en un futuro no muy lejano, y de mediar algún éxito económico del gobierno, no sería descabellado pensar que el peronismo se alineará detrás de Macri, o de no ser así se agrupara como un compacto opositor, de todos modos encontraría un puerto donde arribar, tal es la ventaja de no tener una clara ideología, y una interesante habilidad para construir poder, sin importar como, ni con quién; esta claro que las lecciones del General no cayeron en saco roto.-

En el peronismo esto es posible, por su falta de una definición ideológica clara, un ricohombre de derecha puede ser peronista, sin desentonar, como ocurrió durante el decenio menemista, o puede tener algún grupo de seudoizquierda dominante, como paso con el kirchnerismo, o de centro, según convenga a los intereses políticos de la dirigencia dominante.-

En 1982 gran parte del viejo espectro político radical, la intransigencia, el desarrollismo, algún sector del socialismo, o de la democracia progresista, incluso del propio peronismo, que habían migrado hacia otros horizontes volvieron al radicalismo, unidos detrás del Liderazgo de Raúl Alfonsín, que supo construir una alternativa auténticamente democrática, frente a la oferta autoritaria que representaba el peronismo de aquel momento.-

Luego, llegado el mediodía del mandato presidencial, la falta de concreciones más rotundas en materia socio económica, provocaron una caída en la consideración pública, que hicieran que el Radicalismo perdiera votos, sin solución de continuidad, el peronismo mientras tanto construía su poder reagrupándose, y agregando nafta al fuego, al mismo tiempo intentando una posible  renovación que se estrelló contra el liderazgo alcanzado por el entonces gobernador de La Rioja, que terminó por llegar al gobierno, transitando un camino casi tan pernicioso como la década infame.

El Radicalismo, para quien no lo haya entendido, propone una forma de socialismo moderno, basado en la aplicación de pequeñas reformas, que dirijan a la sociedad hacia una forma de constitución que consolide la democracia social, donde el ciudadano es parte Fundamental de la decisión política, dentro de un sistema que se perfecciona y evoluciona permanentemente, donde la legislación no es inmutable, sino que cambia conforme a cómo evolucionan los tiempos, la UCR concibe la democracia como un organismo vivo donde la participación popular en la toma de decisiones, y responsabilidad social del individuo son la condición ineludible para que el sistema funcione.

La democracia es siempre perfectible, porque como toda elaboración humana, puede mejorarse, desarrollarse, pero para que esto sea posible el hombre como parte de la sociedad, debe ser necesariamente el protagonista de la escena, es decir que solo es posible en la medida que el hombre se comprometa con el funcionamiento del sistema, y lejos de transferir su protagonismo a manos de tal o cual dirigente, desentendiéndose de las decisiones, convierta al dirigente en un auténtico mandatario, en todo el sentido de la palabra.

En el sistema de partidos, consagrado por nuestra constitución, ese dinamismo natural de la democracia debe practicarse primero hacia dentro del partido, evolucionando en los mecanismos de decisión, ampliando las bases de participación, donde la posición política sea la resultante de la de la voluntad mancomunada de nuestros afiliados y militantes, pero que esta voluntad sea a la vez la consecuencia de la voluntad ciudadana, poniendo al pueblo como origen de nuestra voluntad política y destinatario de los beneficios de nuestras acciones.-

No tenemos, como parte del poder político, ninguna oportunidad de dinamizar la democracia, si no podemos practicar la Democracia Interna, si la participación no se amplía lo necesario (que no es lo mismo que lo suficiente). Lo necesario implica hacer lo que se debe, lo suficiente es solo lo que se puede, y en nuestra concepción ideológica el posibilismo no puede ser una opción válida.-

El radicalismo debe ser eso, radicalismo, debe llegar a la profunda raíz de nuestros graves problemas Nacionales, y desde ahí provocar, y promover, la aplicación de las soluciones necesarias para superar definitivamente estos problemas y avanzar hacia la nuevas metas que la sociedad debe alcanzar.

Arturo Illia dijo alguna vez, que «En la sociedad no hay leyes causales. Nada en ella es inexorable. Si las relaciones entre los seres humanos fueran el resultado de la causalidad, entonces serían necesarias e inmodificables. Pero las relaciones sociales no están regidas por leyes cósmicas. Están cambiando permanentemente. Lo que nosotros llamamos ley es una norma mutable. Hasta la ley suprema puede cambiar».

«La sociedad es transformación permanente. Una organización social es perecedera y sólo podemos extender su existencia si la adecuamos a los cambios. Lo que fue revolucionario ayer, hoy ya no lo es. Porque, en definitiva, ¿qué es la revolución? Es un modo de adaptarse a una realidad nueva, que también va a cambiar, obligándonos a nuevas adaptaciones».

Y en alguna otra frase que puede ser considerada un peligroso avance hacia la izquierda dijo: «¡Claro que hay que cambiar estructuras! Si estamos en una nueva era, tenemos que adecuar la arquitectura del Estado, la organización del gobierno, para incorporarnos a esa era. Cambiar una estructura centralizada por otra descentralizada. Cambiar una estructura piramidal por otra donde los centros de decisión sean múltiples»

Todos estos conceptos solo podrían ser aplicables al estado, si primero no se aplican en el partido, lo que implica modificar considerablemente la conducta política de la dirigencia partidaria, lo que implica una profunda transformación que a vece puede implicar una mirada hacia atrás, para volver a las fuentes, mirar hacia atrás pero solo para avanzar es la clave.

El radicalismo difícilmente pueda volver a ser gobierno, si no realiza aquellos cambios necesarios, que le permitan avanzar, y ser el intérprete de su necesidad colectiva, si no termina con el estancamiento que ha provocado el eternizamiento de sus dirigentes, y su modo de manipular instituciones y reglamentos, pensando más en los beneficios personales que en la revitalización del partido.

Hoy se ha consagrado en algunos sectores de la dirigencia partidaria, una forma de nepotismo que va contra todos los principios del radicalismo, donde un sector dirigente cree que la supervivencia política depende de la continuidad de la familia en el poder, y la excelencia de los hombres que llegan a la dirigencia solo se alcanza por imperio de la herencia de sangre.

Si este estado de cosas continúa, no habrá radicalismo viable, y la Unión Cívica Radical será un club de amigos, que blandiendo un sello de goma, más o menos prolijo, con una inmensa infraestructura partidaria, funcional a quien quiera alquilarla para beneficio del circulo directivo, que repartirá cargos a cambio de la sumisión a cualquier dirigente necesitado de una organización electoral eficiente.

Mientras tanto seguimos sin poder elegir, sin poder discutir si poder establecer conductas, y sin poder ser auténticos intérpretes de la voluntad popular.-
Carlos Eduardo Gowland