Parece
mentira que alguna dirigencia, después de los 200 años de historia como Nación
independiente, no haya logrado aprender nada.
Pasaron
las elecciones, hay ganadores y perdedores, y después que asuma seguramente habrá
más o menos dolientes, por lo que pudo haber sido; y no fue, o por lo que fue,
y pudo no haber sido, habrá quienes festejen más.
En
notas anteriores exprese, creo que con claridad, mi pensamiento sobre lo que
creía que podía pasar en la sociedad, y en nuestro partido particularmente, en
la articulación de esta alianza, opinión que sigo sosteniendo, y que modificaría
si la realidad me demostrare lo contrario.
Pero
tengo una cosa muy en claro, con relación a estas elecciones, como lo expresé,
La sociedad no le ha dado al nuevo gobierno un cheque en blanco, lo ha condicionado
sin darle una mayoría legislativa clara, lo que implica que estará obligado a
gobernar negociando, permanentemente con todos los sectores políticos.
Creo
que esto demuestra claramente que el ciudadano ha asumido la madurez necesaria
y nos está dando una lección, poniéndonos por delante un desafío, gobernar
bien, siguiendo la voluntad popular, y de cara a la sociedad, sin ocultamientos
ni dobleces.
Esto
indica que además, deberemos ser tolerantes entre nosotros, los ciudadanos
comunes, entendiendo que no todas nuestras aspiraciones serán concretadas, sino
que estaremos atados a un destino inexorablemente colectivo, que nos obligará a
re-tejer los lazos solidarios que son los que nos vinculan como parte de una
misma sociedad.
Es
decir debemos asumir la idea que además de nuestra individualidad, debemos
ceder parte de nuestra libertad y nuestros derechos, en beneficio de la
libertad y los derechos de otro, y esto es lo más fabuloso de la democracia, la
posibilidad de manifestar nuestra voluntad con libertad absoluta, y auto
limitarnos en su ejercicio práctico, sujetándonos a la voluntad común, en beneficio
del resto, convirtiéndonos en uno solo, cuando se trata del derecho a los beneficios
colectivos.
No
sé todavía, si la dirigencia política está a la altura de esto, pero si tengo
en claro que hemos elegido, -y no importa si bien o mal-, un escenario donde el
poder estará obligado a poner un oído en el pueblo, atendiendo principalmente
sus interés, equilibrando su accionar de modo que la balanza se mantenga
siempre equilibrada.
Lo
que también debemos considerar, es que independientemente de la ideología, el
pueblo habló y decidió, en paz y en democracia, que el poder debía cambiar, y
lo hizo con madurez, con total tranquilidad, y el traspaso del poder debe
demostrar que el país está maduro para la alternancia, sin que esto genere
mayores conflictos, con excepción de los que se lamenten de tener que devolver
su sillón a un nuevo ocupante.
Tenemos
la posibilidad, como sociedad de provocar, democráticamente, que a partir de
ahora los sucesivos gobiernos, se comporten de forma tal, que comencemos a ser
un País normal, que recuperemos el sentido de Nación que nos reúne en una común-unidad,
convirtiéndonos en un país normal, donde todos respetemos la identidad del
otro, sin creer que un ciudadano que piensa diferente es un enemigo potencial.
El
nuevo gobierno no asume por la fuerza, sino investido del poder y la autoridad
que le otorga el haber sido elegido, voluntariamente, por mayoría, sin que mediara conflicto social alguno que
condicionara la elección, excepto los aciertos o errores de los candidatos.
Por
esto no entiendo que se convoquen marchas de la resistencia, la resistencia es contra
los gobiernos totalitarios, que se hacen del poder ocultándose en las sombras,
que sojuzgan a los ciudadanos, que privilegian a sus círculos íntimos, que
niegan la justicia, que son xenófobos, tiránicos y violentos.
Pretender
resistir a un gobierno que todavía no ha asumido, es como pretender meter un gol
antes de comenzar el partido, una verdadera estupidez; y un desperdicio de
energía que debiera estar puesta en otro lugar, cuando un dirigente, social o
político, se manifiesta debe pensar cuales son las circunstancias sociales del
momento, y cuál es el camino que elige el gobierno en el poder, y sobre todo
evitar expresarse con odio, porque si hay algo que debe evitarse es causar una división
que implique la ruptura de los lazos de unidad de la sociedad.
Las
voces del odio se tornan hoy ridículas, anacrónicas y disonantes, y demuestran
no estar a la altura de aquello que la sociedad pretende de sus dirigentes.
Tenemos
como ciudadanos una posibilidad única, construir un nuevo país a partir de la
ética social, un país donde la igualdad sea posible, donde la distribución sea
real, donde los beneficios de la constitución sean realmente para nosotros y la
posteridad, donde podamos consagrar la alternancia en todos los escalones del
poder evite que alguien crea que puede eternizarse en un cargo, y darle a
espalda al pueblo.
Tenemos
la posibilidad de ser, por primera vez en mucho tiempo, verdaderamente artífices
del destino común, está solo en nosotros, se puede hacer, se debe hacer.