¿Ud. sinceramente cree en esta forma de conducirse por parte de nuestros “dirigentes”?, ¿Adónde nos lleva esta forma de hacer política que se nos impone desde algunos lugares?, ¿Qué es lo que se pretende?, ¿Es cierto que es posible que toda la oposición se agrupe en contra del gobierno actual?, ¿Entonces, hacia donde debemos ir?
Son preguntas sencillas que suelen tener respuesta
maniqueas, que intentan disimular detrás de una torre de argumentaciones, una
forma de hacer política basada en la necesidad de sostenimiento de un esquema
de poder personal, de algún dirigente que cree que tiene la capacidad de
decidir por el resto cómo, cuándo y quién tiene el derecho de participar y ser
parte, siguiendo una conducta de padrinazgo inaudita e inadmisible dentro del
sistema democrático que se pretende defender.
La forma de conducirse de nuestra dirigencia ha dejado mucho
que desear, lejos de ser representantes reales del pueblo se han escondido
detrás de sus cargos, sin realizar ningún acercamiento real con la ciudadanía,
siendo que deben nutrirse de la opinión y las necesidades de esa ciudadanía, ¿para
que sirve sino un representante, si no puede representar a nadie?, ¿si sostiene
una permanente actitud de distancia y alejamiento de los ciudadanos, y no puede
generar ninguna acción que los represente verdaderamente?.
La dirigencia política es un producto emergente de una forma
de pensar común a todo un sector de una sociedad, y como tal debe ser representativo
de ella, y no un elemento enquistado en el poder, mintiendo una
representatividad que no posee, porque no está, ni estuvo a la altura de las
circunstancias que lo elevaron a ese poder, Ni lo estará porque en realidad no
le interesa nada que lo obligue a distraerse de su propio centro.
Esa es la médula del problema, la dirigencia actual no
representa a nadie solamente sobrevive dentro de un esquema perverso, creado
por ella misma, donde la voluntad popular no es el elemento central, porque se
han creado todas las formas posibles de burlarla.
En el último tiempo, nuestros dirigentes y me refiero a los
radicales, han vivido mirando hacia dentro de sí mismos, sin salir a preguntar
a la sociedad que es lo que pretende, y la sociedad pretende ser escuchada y
representada en los organismos y en los foros que la democracia ha establecido.
Pero que es representar; representar es oír y trasladar
hasta el poder, los reclamos y las necesidades de la gente, tendiendo entre el
ciudadano y el poder el puente necesario, que permita cumplir sus aspiraciones.
En el caso del radicalismo esto es más complejo, porque incluye además que esa
representatividad se ejerza a la luz de una doctrina elaborada a través de 120
años de existencia.
Esto implica que el radicalismo representa una forma de
pensar el país, y las realizaciones de la sociedad, se consiguen de un modo
diferente, puesto que en el medio existe una ideología, una forma de entender
la solidaridad y la promoción social, un modo de comprender la libertad, que no
es igual al de otros partidos políticos.
Por eso la confusión que existe hoy en nuestro partido, que
lo está poniendo en el punto de ebullición más alto que se ha visto,
políticamente hablando; porque la realidad nos muestra que las dos posturas
dominantes no representan esa forma de pensar de los radicales, y que sus necesidades de poder personal están
siendo puestas por delante de las necesidades de la sociedad.
Eso nos lleva a la respuesta de la primer pregunta, No, no
podemos creer en una dirigencia que no es capaz de demostrar el más mínimo
interés por el bien común, porque solamente da vueltas alrededor del mismo
tema, sostenerse a como dé lugar, afirmados en un puesto por el que van a hacer
cualquier cosa por mantener, menos someterlo al juicio democrático del voto.
La segunda pregunta no es un enigma, un sector dirigente
sostiene en alto los “logros”, del gobierno nacional proponiéndonos ser
comparsa de una estructura política que participa de los beneficios del poder,
y que tiene ningún escrúpulo en manifestarlo públicamente, justificando sus
elogios en supuestos logros, y avances sociales obtenidos por parte de la
ciudadanía, haciendo el papel de la novia sumisa callando el problema que se
esconde detrás de muchos de estos supuestos avances y que tendrá consecuencias funestas
en un futuro no muy lejano.
Esa conducta abona la idea de lograr un pensamiento único,
que a lo único que puede llevar, es a recrear nuevamente un régimen como aquel,
bajo el cual el país vivió sus años más terribles, convalidando abusos de poder
en nombre de una supuesta estabilidad institucional, donde los ciudadanos se
conviertan en clientes, y en algunos casos en socios minúsculos de una forma de
poder, que invariablemente se corromperá hasta la médula.
Es cierto que se han logrado mejoras sociales importantes,
pero también es cierto que esas mejoras no se están usando para recrear, una
cultura del trabajo y el esfuerzo, sino para engendrar un sector sumiso a las
exigencias y dictados del poder, donde es más importante obedecer el mandato
del caudillo, que realizar una tarea que le permita recuperar la dignidad que
brinda el trabajo productivo.
De esto sobran ejemplos, pero lo más grave es la complicidad
y la pasividad ante la denuncia, y la justificación que se hace, solamente por
no perder los espacios que se ocupan. Puesto que pueden permitir a un dirigente
manejar espacios clientelares a su antojo.
Es obvio que ante esta situación la primer respuesta a la
pregunta es, Así solo vamos directo al abismo, porque la manipulación perniciosa
que se pretende hacer de la sociedad, terminara por volverse en contra de
nuestros propios postulados políticos, y caeremos en un abismo político mayor
aún.
La otra postura es más peligrosa aún, porque plantea una
suerte de alianzas con sectores políticos que poco tienen que ver con el
ideario radical, y que creen que la política es un vehículo para obtener
beneficios para un sector social determinado, y que representan a una forma de
derecha que asume la idea de control social como una forma de beneficiarse de
una población cada vez más desprotegida, que detrás de los reclamos sociales,
esconden negocios y privilegios para pocos, creyendo que donde hay una
necesidad hay un derecho hacer un negocio.
Estos sectores políticos, poco creen en el sistema
republicano, los derechos humanos y civiles, y en la democracia como sistema,
porque también abonan la idea del pensamiento único, como solución a los
problemas del país, y que dudarían en ahogar a cualquier costo, cualquier forma
de oposición que se les plantee, siendo partidarios de sostener un orden
establecido, y un status quo imperante, antes que promover socialmente a la
comunidad en aras de un progreso socio económico común.
Con estos aliados tampoco podemos llegar a ningún lado, o
peor aún iremos directo al mismo abismo que con los otros, porque en definitiva
ambos pretenden lo mismo y terminaran favoreciendo a los mismos intereses.
Ahora habiendo respondido las dos primeras preguntas, nos
damos cuenta que la actual dirigencia radical solo pretende quedarse
disfrutando de los beneficios de los espacios políticos que se ocupan,
realizando tareas de peones de terceros, antes que asumir el rol dirigente que
la sociedad les reclama, con la sola excusa que deben ocuparse espacios, y que
eso significa tener vocación de poder.
Lamentablemente para los profetas de estos acuerdos, esto es
solamente la peor forma de servilismo político que se conoce, la sumisión al
poder sin miramientos, sin reparos, si excusas.
Lo anterior de alguna forma responde la cuarta pregunta, es
posible reunir a la oposición, pues la respuesta es simple y contundente, NO,
la oposición actual representa minorías, que ve la política de formas muy
diferentes, y por suerte, y se compone de una diversidad demasiado amplia de
opiniones que representan aspiraciones y necesidades de sectores sociales tan
diferentes que no pueden tener, puntos de contacto en común. Alguien diría
quizá, que por el bien de la patria, y respuesta la tiene la propia historia,
las alianzas “por el bien de la Patria”, no han funcionado en casi ningún país
del mundo, y menos en el nuestro.
Además a lo anterior hay que sumarle el componente
ideológico y político, que es tan diferente que no es posible, que dos personas
puedan sentarse y discutir seriamente el futuro de la Nación, y mucho menos
puede ser que puedan convivir en un mismo espacio político, un sector que
colaboro abiertamente, y justifico la apropiación de riqueza desmedida de los
noventa, con alguien, que como nosotros los radicales, cree en la importancia
de la distribución de la riqueza y del papel del gobierno en el equilibrio de
la Balanza social.
Y así, la respuesta se hilvana sola, no es posible una
alianza opositora estable, cuando esto se plantea en términos, donde para
lograrlos, es necesario realizar claudicaciones políticas y éticas, que nada
tienen que ver con nuestra idiosincrasia política.
¿Entonces, Hacia donde debemos ir?
Es más que sencillo, debemos ir a nuestras fuentes, a
abrevar nuevamente en nuestro ideario y nuestra doctrina, asumiendo una forma
de conducta política, que nos evite tener que realizar este tipo de acuerdos espurios,
donde la política se subordina a las necesidades y caprichos de un dirigente.
Debemos recrear una nueva forma de intransigencia, que evite
la cooptación de los dirigentes, a fuerza de dadivas y espacios de poder.
Esta nueva intransigencia debe ser la más clara expresión
del Radicalismo, debemos afirmar clara y contundentemente nuestra visión, y
nuestra doctrina, y asumir la representación de la gente en toda su plenitud,
siendo auténticamente radicales y recreando la forma de hacer política que nos
hizo grandes como partido, denunciando las injusticias del poder, y también las
claudicaciones de la oposición cuando esta se aparta de los verdaderos
intereses de la sociedad.
Esta forma de intransigencia también debe ser el punto de
partida, para la reafirmación de la doctrina del radicalismo, y también para
volver a ser representativos del pensamiento nacional, aquel que abogó siempre
por una forma de poder orientada a lograr la utopía de la felicidad de la
patria, lograda trabajando por el bienestar común de los habitantes.
Es fundamental terminar, de una vez por todas, con el
posibilismo político y con esta fantasía de poder, que nos ha llevado a obtener
los peores resultados electorales de nuestra historia, no es cierto que se
puedan lograr los fines que se impuso la Unión Cívica Radical, a través de su
historia cuando se tejen contubernios permanentemente a espaldas de la gente,
sometiendo al radicalismo a este coloniaje absurdo que se nos quiere imponer
desde los grupos dominantes.
La Unión Cívica Radical, tiene una ideología y una doctrina,
claras y contundentes, y en nombre de esa doctrina y esa ideología, debemos
dejar de ser rehenes de los oportunistas amarillos, mercenarios de la Política
o del gobiernos de Turno, que intenta permanentemente avasallar las libertades
disfrazando su accionar de justicia social.
La única opción Radical posible es la propia identidad, la
reafirmación de nuestras convicciones, y de nuestras banderas, no podemos ir
detrás de nadie, seamos radicales en todo, seamos radicales hasta el fin,
seamos radicales, y aunque perdamos elecciones, hagámoslo convencidos de
aquella idea que nos hizo ser respetados por todos los ciudadanos de la nación
y admirados por todos los pueblos de América.
Carlos Eduardo Gowland