Volver a Illia implica una actitud de responsabilidad y
transparencia, donde el pueblo ocupa el primer lugar entre las prioridades del
estado, y la felicidad de la patria es el objetivo final, pero a través de una
acción de gobierno que se apoya en la virtud del gobernante, esto es decir que,
el gobierno se asume a si mismo como el ejemplo a seguir, y es el que se somete
a las necesidades de la sociedad en una actitud de sacrificio en pos del bien
común.
Esto es el resumen del gobierno del Dr. Illia, abrevar en
las fuentes del más puro radicalismo, actuar con una forma de patriotismo
profundo, donde el bien propio se cede en procura de lograr el objetivo del
bien común.
La sociedad actual necesita que ese dirigente político, al
estilo de Illia, viva, como dijo Alem, en una casa de cristal, para que el
ciudadano pueda ver que existe una forma de ejercicio del poder alternativa,
posible, donde la austeridad republicana, la democracia real, y la actitud
progresista no sean solo un enunciado propio de una campaña, sino que sus
dirigentes, asumen esto como una forma personal de transitar la vida.
Pero volver a Illia no es solo esto, volver a Illia es hacer
un ejercicio político de renovación permanente para perfeccionar el sistema,
ejercicio que surge de la propia transparencia y de la conducta de los
dirigentes, que no se interpretan a sí mismos, de forma mesiánica y excluyente,
sino solo como gestores y vehículos del progreso de la sociedad, y
posibilitadores de la mejora permanente del sistema, obligándose a provocar
incluso su propia exclusión en favor de renovar las estructuras políticas,
obligando a la permanente modernización de las metodologías, sustentadas en las
ideas originales.
Lo anterior implica una actitud personal de crecimiento
intelectual, pero además, de un modo de generosidad extrema, que provoque que
aquellos que vienen detrás puedan apreciar que la capacitación y la
preparación, son el vehículo del cambio, y que asumir obligaciones de gobierno
exige que el hombre político, no lo haga esperando aprender en el camino, esto
es en definitiva una forma de renovación planificada, haciendo que la
preparación de los futuros dirigentes sea cada vez más sólida, y el reemplazo
esté en manos de hombres capaces de seguir adelante con la tarea.
Volver a Illia es también entender que no basta solo con
esto, sino que la capacidad de asumir una función tiene que estar aparejada con
la representatividad, y que el dirigente sea realmente representativo del
sentir de la sociedad que espera, de él, soluciones, y que lo elige como
intérprete de sus necesidades, y gestor de su progreso.
Implica el sometimiento al juicio de la voluntad popular, es
parte de la actitud de entrega del dirigente, someter sus ideas y su persona a
la valoración de la sociedad, permitiendo que la sociedad a través de su
elección pueda discernir, y decidir cuál es la postura política más acorde a
sus aspiraciones, y en donde el individuo ve reflejadas sus aspiraciones.
Eludir el juicio electoral, es una actitud personal que implica, en sí misma,
la falta de transparencia en el accionar político, pero además la falta de
confianza en el propio mensaje, y posiblemente, oculte intenciones que no se
corresponden con el discurso que se proclama.
Volver a Illia, es comprender que la acción de un gobierno
debe estar basada en los pilares de la entrega, la capacidad, y la
representatividad. Hacer lo que se debe, es la premisa de cualquier político
que se interprete como un seguidor de estas ideas, entender que no se hace
política, y mucho menos se gobierna, improvisando, o haciendo solo lo posible.
Volver a Illia, implica que el gobierno debe ser una
consecuencia de la actitud personal, y del mismo modo que se planifica la vida
personal se planifica el gobierno, y se lo orienta hacia la consecución del
objetivo final, la felicidad común. Y esto debe ser la consecuencia de acciones
concretas que impacten socialmente primero e individualmente como consecuencia,
encarando acciones que transformen la sociedad y la eleven hasta un estadío
superior, pero no ejerciendo la actitud del mandón, sino gobernando, de forma
que la planificación del progreso de la nación sea el producto de un consenso
logrado interpretando el sentimiento de toda una sociedad.
Es necesario que el país comprenda que se debe volver a
Illia, pero en términos reales, que se entienda que no solo debemos valorar al
hombre bueno, o al apóstol de los pobres, sino que debemos volver a Illia de
una forma políticamente concreta, donde podamos demostrar que se puede
gobernar, progresar y hacer política; que la sociedad comprenda que la política
es el único vehículo hacia la transformación y la mejora, y que vive en un
sistema que se puede perfeccionar permanentemente.
Volver a Illia, es en definitiva la posibilidad de lograr un
tipo de gobierno, donde ética, decencia, transparencia, entrega, progreso,
desarrollo, integración, son realidades posibles, que van de la mano de la paz,
la tolerancia, la democracia y la libertad.
Carlos Eduardo Gowland
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